Montajes y rollos
Felipe y Diego disienten
Sonar de yunques
Involucrar a AMLO
elipe ha saltado para arrebatarle al ChupaBarbas el estandarte hechizo con que éste pretende asentarse como opción de derecha compasiva pero firme frente a un izquierdismo rudimentario que según eso practican los propicios Desaparecedores cada vez más misteriosos. Pero éstos no serían sino delincuentes puros y duros, echadores de rollo, hipócritas usuarios de palabrería de justicia social a los que mueven crudas ambiciones económicas, según la rauda descalificación felipista asestada a lo que el litigante dorado había calificado antes como marcadísima
connotación política e ideológica en su contra.
Choque en las alturas, con tintineos que algunos creen identificar con el sonido de los yunques de la discordia. Ayer mismo, para fortalecer esa hipótesis metálica, un Movimiento Blanco, que no es más que otra de las elaboraciones de membrete con que suelen presentarse los yunquistas clásicos (Guillermo Velasco Arzac y José Antonio Ortega Sánchez, en este caso) se asomó a escena para defender la autenticidad digna de leña verde de los comunicados de los Misteriosos Redactores Bajo Pedido que estarían llevando el terrorismo a escalas mayores.
Yunque insurrecto que asegura que la crisis de la delincuencia organizada sin control y los actos de violencia política como el secuestro de Diego han hecho que el país entre en una ruta que puede conducirnos a la condición de Estado fallido
. Yunque ansioso de impedir que Felipe acabe de desgraciar a la derecha, de tal manera que ha avanzado en el control del comité nacional panista, con la heroína migrante Cecilia Romero como secretaria general y con batallas en curso en Guanajuato por la sucesión gubernamental. Y he allí que Felipe y Diego han sostenido ácidas confrontaciones durante años y ahora parece que la casa michoacana no está dispuesta a que con un montaje salino le sea arrebatado el derecho sexenal de imponer candidato a la sucesión. Guerras internas sin ramos de rosas rojas para nadie. Comunicados y motivaciones del presunto secuestro que parecen haber sido mandados hacer para fortalecer la figura futurista del abogado de cuello blanco y para dañar a un destinatario muy enunciado, el incómodo denunciante de las mafias del poder. Frente a ese izquierdismo básico, simplificador e inocuo, la figura de El Quijote de Punta Diamante podría crecer de manera desmesurada, convertido así el precandidato en gigante ideológico por contraste.
Además, el prodigiosamente recuperado litigante queretano ha revelado que sostuvo con sus captores intensas sesiones de discusión que no terminaron cambiando el parecer de ninguna de las partes concurrentes a esas tertulias en algún lugar desconocido, pero que sí fortalecieron (complementando la propia visión derechista e integrando lo rescatable del abecé izquierdista) el ánimo de lucha política, a tal grado que en lugar de sufrir choques traumáticos posteriores a la dura experiencia sietemesina, el declamatorio político desbordadamente barbado se permite anunciar que luchará donde sea necesario, que seguirá sirviendo a México y que no buscará ser candidato presidencial en 2012 (aunque, claro, no cierra la puerta a la posibilidad de que la parte blanquiazul del pueblo se lo pida y él pudiera aceptarlo, aunque no lo hubiera buscado) y que apoyará a quienes sí sean aspirantes de su partido, recorriendo pueblos, haciendo campaña, caballero andante que siempre ha ido contra calderas de viento...
El proyecto armado, es decir, montado, para impedir que el calderonismo siga dañando a la derecha, arrebatándole con artes escenográficas extremas la posibilidad de imponer alguna mediocridad perteneciente a su circulito íntimo como candidato a una derrota anunciada, tiene, sin embargo, fallas evidentes. En primer lugar, la presentación en público del nuevo producto viejo tuvo claros errores de utilería, sobre todo en términos pilosos, e incluso de sobreactuación, excediéndose el veterano actor en la representación de valentías y vitalidad cuando los parlamentos deberían mostrar abatimiento, debilidad y confusión producto de siete largos meses de secuestro a manos de lo que voces oficialistas del salinismo rector han descrito como uno de los grupos guerrilleros más violentos.
Por otra parte, ese mismo órgano informativo oficial del salinismo ha hecho saber en un editorial que los presuntos secuestradores fueron animados por el discurso y las acusaciones constantemente hechas por... Andrés Manuel López Obrador, a quien así se pretende involucrar con el terrorismo
–como bien lo preparaban los textos misteriosos de los supuestos desaparecedores–, a tal grado que esa sinrazón periodística salada advierte que la polarización adjudicada a AMLO podría generar consecuencias como las que el discurso de Marcos provocó en Mario Aburto. El salinismo asienta en su boletín diario que el dinero cobrado por el caso Diego acabará financiando más secuestros, más terrorismo e incluso el sostenimiento de la doble vida
de dirigentes. ¡Vaya manera de tender la cama para futuras acometidas mediáticas y eventuales actos de represión! Del montaje de intentos de candidaturas (la caballada está flaca, y barbona) al montaje de provocaciones. Del montaje de comunicados con redacción dedicada a opositores al montaje de las justificaciones
para desafueros judiciales. La política como testigo protegido. Los Misteriosos Desaparecedores como denunciantes anónimos que activen allanamientos políticos y encarcelamiento de opciones. El comando ChupaBarbas ataca.
Astillas
Pemex y sus comisionistas gerenciales en turno sufren para sostener la tesis del robo de ductos cuando saltan las evidencias de que hay descuido criminal en las redes nacionales... Y, mientras el cártel de Sinaloa anuncia que tomará cartas en el asunto del asesinato de Marisela Escobedo, la madre asesinada por exigir justicia, y que ejecutará al responsable de ese ataque, como para demostrar que el Estado fallido está siendo sustituido por la narcojusticia, ¡hasta mañana, con un capitán del Ejército asesinado en Uruapan!
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