Eduardo Valtierra hizo libro sobre el cantautor cubano, que contiene 100 entrevistas
adolescente eterno, mágico, la canción de este siglo
La edición, publicada en Cuba, incluye los testimonios de Emilia Sánchez, su enamorada a los 17 años, que inspiró Ojalá; y los de Luis Eduardo Aute, Amaury Pérez y Omara Portuondo
Viernes 7 de enero de 2011, p. 6
Silvio, aprendiz de brujo (2010) reúne entrevistas realizadas a amigos y compañeros de profesión del compositor cubano, Silvio Rodríguez. Este coro de voces narra vivencias con el cantante, desde su viaje en un barco pesquero en 1969. Entre los más de 100 entrevistados hay todo tipo de personajes: está Emilia Sánchez, su enamorada a los 17 años, que inspiró Te doy una canción y Ojalá; Luis Eduardo Aute, Amaury Pérez, Omara Portuondo y Andrés Manuel López Obrador.
El libro, publicado en Cuba, por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau (www.centropablo.cult.cu), también incluye entrevistas y preguntas sueltas a Rodríguez, realizadas por el autor Eduardo Valtierra.
Al final de Silvio, aprendiz de brujo está una carta que el compositor escribió a Velia Ramírez, una mexicana que conoció en La Habana en 1969, quien inspiró De la ausencia y de ti, Velia, y quien también es entrevistada.
El libro está inspirado por la gigantesca admiración que el autor le tiene a Silvio, cosa que no intenta esconder. Elaborarlo implicó lustros de trabajo. En el otoño de 1996 entrevistó a Silvio, Vicente Feliú, Eduardo Ramos, Carlos Téllez y Clarita Díaz. Durante 12 años realizó más de 100 entrevistas.
Valtierra ha sido locutor de radio, con programas cuyo tema es Silvio Rodríguez, en Radio Educación, Radio UNAM y Radio Ibero.
Tres de sus obras principales
Valtierra escribe: “Entre las personas entrevistadas quisiera destacar a tres, porque en su momento inspiraron al trovador a componer tres de sus obras principales: De la ausencia y de ti, Velia, Ojalá y Rabo de nube; ellas son: Velia Ramírez, Emilia Sánchez y Hebe Rosell, respectivamente”.
A Sánchez también le compuso Josah, la que pinta, Te doy una canción y Blanco, cuenta Carlos Téllez, en entrevista.
Por su parte, Sánchez relata que ambos eran muy jóvenes, tenían 17 años, y aprendían mucho uno del otro: conoció a lord Byron por él, y ella le regaló su primer libro de César Vallejo, a quien Silvio nunca había leído. Le contaba de Bob Dylan y me mostraba alguna originalidad de Lennon
, dice Emilia. Tuvimos encuentros durante siete años
.
A todos los entrevistados les hizo un mismo cuestionario inicial de siete preguntas. A algunos les planteó más.
Les preguntó cómo conocieron a Silvio, cuál fue su primera impresión, si consideran que tiene algo que decir a los jóvenes, o sea, si su mensaje está vigente; cómo caracterizarían en una frase o palabra a Silvio, y que comentaran alguna anécdota del compositor, entre otras.
Estas son algunas de las palabras que usaron para describirlo: Adolescente eterno
, brillante
, El Trovador
, congruente
(López Obrador), amigo
, mágico
, el mar
, duende travieso
, el cuarto rey mago
y la canción de este siglo
.
Entre las anécdotas, Juan Pin, director de televisión, cuenta que un día, ante la necedad de “un loco callejero que gritaba ‘Silvio, el unicornio, Silvio, el unicornio’, me dijo, ‘si ves al unicornio, avísame para matarlo’”.
López Obrador cuenta que su esposa Beatriz Gutiérrez es gran admiradora de la obra de Silvio y, para conocerlo, lo invitaron a cenar. Nuestros anfitriones fueron los Pérez Gay, con quienes pasamos una noche extraordinaria
.
En 2006, Rodríguez participó en la toma de posesión de López Obrador como presidente legítimo, en el zócalo capitalino.
Por su parte, Hebe Rosell habló sobre cómo nació Rabo de nube, tras una noche de plática en 1978. “Él regresaba a Cuba, luego de las giras compartidas con Sanampay. Fuimos una mañana a despedirlo, y al saludarlo me dijo, ‘mira esta canción que salió anoche’. La noche anterior habíamos tenido una larga, arrebatada y muy viva plática sobre la sinceridad y el cuidado de las relaciones. Habíamos hablado de cómo se abría uno a las relaciones, con la gente que se aproximaba al humano y no al artista, a la admiración no por el producto, sino al hombre, a la mujer.
“Nos habíamos enfrascado en una reflexión bastante briosa sobre la sinceridad y sobre la decepción cuando las relaciones se resolvían superficialmente, diciendo a todo el mundo, ‘¡ay cómo te quiero!’ o ‘¡cuánto me importas!’, sin conjugar realmente el verbo ‘conocer’. (...) A la mañana siguiente se apareció con esta canción, en la que pone la esperanza de la redención de las relaciones humanas, delante de sí mismo, como esperando que todos pudiéramos cambiar y ser mucho más honestos, verdaderos y amorosos. Es una canción-consuelo preciosa”.
En la flota pesquera
Carlos Téllez, compañero de viaje de Silvio en la embarcación de la flota pesquera, habla sobre esa experiencia, de fines de 1969 a principios de 1970. De cómo componía (grababa las canciones en una pequeña grabadora y las mecanografiaba en la sala de telegrafía), tocaba para los tripulantes (ahí estrenó Playa Girón, entre muchas otras) y del tatuaje de la calaverita con una flor que le hizo en la mano, con una jeringa y tinta china, mientras Silvio intentaba aplacar el dolor con ron.
Canciones del mar reúne sus composiciones en el barco. Fue un viaje de cuatro meses. ¡Cuántas canciones habrá escrito!, ¿tú sabes cuántas? Una locura, una locura. Escribía una o dos por día, inconcebible. Era una creatividad impresionante la que tenía
, cuenta el escritor y poeta Guillermo Rodríguez Rivera.
Respecto a la pieza Testamento, Rodríguez cuenta que la escribió antes de su primer viaje a Angola: “Sin dramatizar ni nada, pero existía la posibilidad real de no volver. Fue como un deseo, como un mensaje arrojado en una botella al mar: las canciones que de pronto pensé que me faltaban y, bueno, ‘las voy a meter todas en una canción’. Indudablemente yo era, ¡y soy!, ¿por qué negarlo?, muy guevarista, y la posibilidad de encontrar una bala en una selva, es porque me estaba refiriendo mucho a él, el deseo de ser, de merecer esa bala si uno luchaba por una causa que lo valiera”.