Función que marca el regreso del boxeo
Domingo 9 de enero de 2011, p. a31
En la arena Coliseo el boxeo ocurrió dos veces; una sobre el cuadrilátero; la otra en el graderío. La noche que el inmueble de la calle de Perú reabrió sus puertas a los puños, el público fue el verdadero protagonista. No es que las localidades estuvieran agotadas, pero los cerca de 4 mil asistentes revivieron a grito desnudo la pasión por este deporte.
No existe una función respetable en la que los aficionados permanezcan ajenos. Aquí, todos son mánagers y entrenadores, al menos eso parecen y alardean. Los que vieron a las viejas glorias gritan. Los que ven crecer a los nuevos valores gritan. Los familiares de los púgiles gritan. Los niños de la era del videojuego gritan. Todos gritan en la Coliseo.
Los personajes de las funciones clásicas también revivieron. Jesús El Gato Vela recorre los pasillos de esta arena desde el 11 de junio de 1958. “Antes –recuerda– el público era más cábula; sabía más del deporte porque lo seguía con pasión. Ahora es distinto, sí hay ambiente, pero la gente no sabe ni qué es esto del boxeo”. Dice que ya no existen ídolos como los de antes, y recuerda al Toluco López, quien en este mismo escenario dio peleas históricas. Siempre al borde de la derrota, siempre a punto del heroísmo, El Toluco ganaba con el corazón. ¡Ya ni noqueando ganas!
, le gritaba la afición de aquel entonces que, igual a la de ahora, sigue estando extrañamente del lado de quien parece tener menos posibilidades de vencer.
El público en la Coliseo tiene simpatía por el débil. Anoche lo demostró con repudio al sobrino de Salvador Sánchez, quien trata de revivir la imagen de su desaparecido tío. Usa la bata de terciopelo rojo que llevaba Sal Sánchez, el mismo calzoncillo e incluso el mismo peinado afro del peleador de Santiago Tianguistenco. Es idéntico, pero la gente no lo quiere, apoyan al rival, Éric La Mojarra Pérez, que aun con la derrota se llevó los aplausos de la concurrencia.
En el turno se las mujeres, Ibeth La Roca Zamora sube como favorita. Viste como jefe apache de película western, parece segura de sí misma. En la otra esquina, la tapatía Nancy Franco sube al encordado sin mirar a la gente, se mueve nerviosa y, antes de iniciar el combate, se hinca y reza. Obviamente, los aficionados se entregan con la jalisciense.
Al final las púgiles con guantes rojos y caras rojas dan una batalla intensa. Con más voluntad que estilo, La Roca se impone y termina apaleando a la tapatía. ¡Ya para la pelea réferi, cómo se ve que no es tu hija!
, grita un espontáneo. El combate lo detiene en el sexto asalto y Zamora conserva el campeonato juvenil paja del Consejo Mundial de Boxeo.
Anoche todo fue una fiesta, entre chistes y rechiflas en la Coliseo el regreso de la función sabatina no fue para el público, porque la verdadera función la dio el público.