Daft Punk: humanos después de todo
uy atinada la elección, por parte de la casa Disney, al designar al dúo parisino Daft Punk como la entidad encargada de componer la banda sonora de Tron: Legacy (Joseph Kosiniski, 2010), secuela de la ahora legendaria Tron (Steven Lisberger,1982). Es como si los productores regresaran el cumplido al homenaje que la dupla integrada por Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter, realiza a la cinta original en cada concierto, al vestir trajes y cascos de neón, inspirados en el visionario filme ochentero que relata la historia de un joven programador atrapado en el universo digital que él mismo creó.
Atinada es también porque el mismo par de músicos que ha hecho bailar al orbe raver en la última década con su electrónica espacial que fusiona prog-house con funk, electro, techno y dance-pop (herederos directos del concepto robotizado y tecnológico de Kraftwerk, meros padrinos del género), escénicamente juega a ser un dúo de androides sin rostro, ironizando el futuro impersonal que en los años 70 y 80 se planteó como el que viviríamos a partir del año 2000.
Con todo este empate conceptual detrás, el soundtrack Tron: Legacy no es un álbum bailable, sino un score emocional, denso, al servicio de la trama, que implica sonidos que van de su electrónica de rebote más característica, a una mayoría de piezas de corte sinfónico, ejecutadas por la Orquesta Filarmónica de Londres, provenientes sobre todo de la mente de Bangalter, quien antes escribió la música para la cinta Irréversible (Gaspar Noé, 2002).
Con la misma concatenación hipnótica y rítmica que suelen ejecutar desde la electrónica, combinan ritmos digitales y teclados análogos con secciones de cuerdas y metales (por lo que la música resulta retro-futura
), para con ello emular/homenajear a Wendy Carlos, compositor que para la primera parte de la saga también mezcló sintetizadores de inicios de los años 80 con música de concierto. Asimismo, pueden advertirse guiños a Vangelis, quien hizo la banda sonora para Blade Runner (Ridley Scott, 1982),
Con esta producción, Daft Punk da un giro. Como dice uno de los temas centrales, The game has changed (el juego ha cambiado), pues demuestran no sólo ser unos diyéis que pegan un ritmo tras otro desde la computadora, sino músicos que despliegan juegos armónicos más amplios, capaces de arreglar piezas orquestales contemporáneas, las cuales se deslizan con fuerza por entre las fantásticas escenas, al punto de llegar a sostener la tensión dramática que la nueva historia no es capaz de sustentar por sí misma en todo momento.
Con todo, artísticamente no le llega ni de lejos a la maestría de Wendy Carlos, además de que éste creó un tema musical que extrañamente no es aquí citado o actualizado; el juego cambia de igual modo porque en vez de crear un tema nuevo, identificable, Daft Punk hizo un sencillo bailable, más fácil de comercializar (Derezzed), muy bueno por cierto, pero ajeno a la tradición de tener un tema cinematográfico.
Desde la música de concierto, sólo cumple con el cliché de lo que debiera ser un score épico y futurista, pero sabiendo lo que ha llegado a ser Tron como película de ciencia ficción, que con el tiempo se volvió de culto, este soundtrack es un feliz maridaje más entre el pop y el cine, aunque como historia quizá no tenga nada de visionaria, y es más un pretexto estético para generar un producto en torno a la imaginería ochentera alrededor del futuro presagiado. De hecho, tanto película como música habrían tenido mucha más onda
y pertinencia a fines de los 90 que ahora, en que la Internet es gran protagonista, y aun así no aparece ni de sesgo en esta segunda parte; ya ni hablar de la información y el software libres.
Con todo, así como la película plantea que la perfección no está en las máquinas sino en el mundo real
, pero no somos capaces de verla, Daft Punk (que aparecen en el filme como los diyéis del bar cibernético), que sólo había creado temas para bailar, da un paso al crear temas de contenido sensible, pleno de melodías intensas, vitales: los robots demostraron ser Human after all (Humanos, después de todo, título de una canción del grupo y de su tercer disco, de 2005). Pues si se le escucha con atención, desligado de la cinta, el álbum puede llegar a ser disfrutable como el soundtrack de algún virtual episodio personal, en medio de nuestra agitada vida como los seres tecnologizados del siglo XXI que somos.
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