Condena trato a indocumentados centroamericanos en el país
Lunes 17 de enero de 2011, p. 19
La Arquidiócesis de México condenó el trato que se da a los migrantes centroamericanos en el país. En el editorial del semanario Desde la fe señaló que, ante la extorsión de que son víctimas por autoridades y la explotación de los criminales, las autoridades federales brillan por su irresponsable ausencia
.
Lamentó las omisiones
de autoridades en todos los niveles
y que haya una constante amenaza hacia quienes dan respuestas humanitarias a estos hombres y mujeres que caminan buscando mejor condición de vida
, como el sacerdote Alejandro Solalinde.
El texto, titulado Migrantes: justicia y solidaridad
, pregunta dónde están autoridades como las del Instituto Nacional de Migración y la Secretaría de Seguridad Pública, y cuestiona la labor de diputados y senadores para dar respuesta legal a este drama humano que sucede a diario en nuestro territorio
, así como de los gobernadores implicados, quienes sólo se excusan.
La publicación recordó que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha denunciado que en 2010 más de 10 mil indocumentados fueron secuestrados para exigir rescate a sus familias.
Lo primero que debemos señalar es que no son criminales, por lo que las leyes y las autoridades deben darles trato digno, de acuerdo con sus derechos y dignidad humana
, apunta.
En segundo lugar, la autoridad debe cuidar la integridad física y el respeto a los extranjeros, no obstante su condición migratoria, y en tercer lugar se deben combatir enérgicamente los abusos de las autoridades y los crímenes contra los extranjeros
, expresa.
La reflexión se hizo a propósito del rechazo en Estados Unidos a los migrantes mexicanos, en particular, y los latinoamericanos en general, y a los recientes sucesos en Tucson, Arizona, donde una congresista fue gravemente herida por su apertura hacia una política más justa y solidaria
.
La responsabilidad entre nosotros es con los migrantes centroamericanos. Son muchos los testimonios que dan cuenta de la explotación inhumana y criminal de que son objeto por el hecho de ser indocumentados, misma condición migratoria en que se encuentran muchos de nuestros connacionales en Norteamérica.