Reflexiones al inicio de la segunda década del milenio
Estamos a la orilla de un barranco civilizatorio sin precedentes
s muy probable que ésta sea una década decisiva para la humanidad. Si no se hace en los primeros años de ella algo radical que vaya más allá de las reuniones fallidas de Copenhague y Cancún, es muy probable que el calentamiento global se vuelva irreversible y que comience con ello una era apocalíptica para la humanidad y el planeta. El modelo energético basado en combustibles fósiles tiene que ser sustituido rápidamente por fuentes que no emitan bióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. Las tecnologías para ello están disponibles y resulta criminal no forzar el paso con medidas legislativas severas. Los dirigentes de los países dominantes (y emergentes grandes) parecen estar jugando a la teoría de los juegos: no regulo porque creo que tú no vas a regular y me vas a ganar en la competencia económica. Las fuerzas del mercado no lo harán por sí mismas, se requiere la intervención vigorosa de los gobiernos.
Este mundo a punto de caer al barranco ecológico está asimismo en medio de una guerra al terrorismo a nivel mundial, a la que en México Calderón, para legitimar su gobierno ilegítimo, añadió una guerra al narcotráfico. Ambas nos han puesto también al borde del barranco del autoritarismo, donde desaparecen las libertades ‘democráticas’1. Por si lo anterior no bastara, hay que sumar la crisis económica mundial la cual, por más mentiras que nos digan, sabemos que la economía mundial no ha salido de ella (véase gráfica) y que será una crisis o un estancamiento de larga duración, mostrando así que el capitalismo está llegando a los límites de su capacidad de desarrollo. Ahora que el capitalismo es el modo de producción casi único en el planeta y que sus ideólogos insisten que es el único mundo posible, la economía capitalista globalizada mundial está también al borde del barranco de la descomposición económica. La teoría macroeconómica está en bancarrota. Con tasas de interés cercanas a cero, la política monetaria se queda sin su instrumento casi único para estimular la economía. El déficit fiscal mostró sus límites en el primer mundo (excepto en EU, todavía) y en Europa están aplicándose medidas restrictivas del gasto público que van a agudizar la recesión. Se puede decir que el pacto social está en crisis en Europa, y de paso, la Unión Europea misma. En EU la derecha se ha fortalecido y radicalizado. Como temíamos muchos, la crisis está agudizando las tendencias fascistas en EU y en otros países (en Gran Bretaña volvieron al poder otra vez los conservadores).
Las tres orillas del barranco citadas nos sitúan, por su confluencia y su gravedad, a la orilla del barranco civilizatorio. Al fin de la modernidad, o de la vida humana misma.
Esta crisis es diferente a todas las anteriores, entre otras razones, porque ocurre cuando las tendencias al fin del trabajo se han agudizado enormemente e invaden crecientemente el mundo de los servicios. En Miserias del presente, riqueza de lo posible, André Gorz refiere el crecimiento acelerado de la economía alemana a finales del siglo XX sin generar empleos. La automatización creciente (frenada en parte con el traslado de ciertas ramas de la producción a China y al Tercer Mundo), explican que la economía mundial sea incapaz, incluso en periodos de crecimiento, de generar empleos suficientes y como dijo alguna vez Robert Theobald, precursor de la idea del ingreso ciudadano universal, el capitalismo funciona muy mal cuando no puede ofrecer empleos (y, por tanto, ingresos) para todos los que quieren trabajar. Mientras menos empleos genera la economía más se agudizan tres tendencias que están entreveradas en la crisis mundial actual: la creciente concentración del ingreso a nivel nacional y mundial, la tendencia a la sobreproducción y sobre-acumulación capitalista (y su otra cara, la insuficiencia del consumo) y la acumulación creciente de masas de riqueza monetaria no destinables al consumo y que no encuentran oportunidades de inversión productiva, y que, por tanto, vienen a engrosar las masas de capital especulativo que da vueltas por el mundo dañándolo enormemente. Como lo he mostrado apoyándome en Foster y Magdoff y otros autores, el capitalismo actual necesita las burbujas financieras para absorber esta enorme masa de recursos flotante.
En México todo esto se ve agravado por: la sesgada capacidad de gestión económica de nuestra tecnocracia, que han convertido a México en la economía que menos crecía antes de la crisis, a la que más afectó la crisis, y que menos crece en la seudo recuperación actual; por la quiebra de las instituciones que se crearon en la ‘transición a la democracia’ (IFE, TEPJF, IFAI), la mercantilización de los procesos electorales y el dominio de los medios, y la pérdida de identidad de los partidos convertidos en empresas electorales; por la violencia brutal desatada por la guerra de Calderón al narcotráfico2; por la quiebra moral (matar personas se naturaliza, se vuelve algo cotidiano que cualquiera puede hacer) que todo lo anterior supone y que lleva a la inmensa mayoría a la desesperanza y al cinismo. Viviendo todos a la orilla del barranco civilizatorio, se ha desatado la carrera de la sucesión presidencial. El PRI y el PAN sin nada que ofrecerle al país. ¿Qué van a decir los panistas? ¿Que van a seguir la guerra, que la van a parar? ¿Qué puede decir Peña Nieto? ¿Que va mejorar el reality show? Ortega ha conducido al PRD a la pérdida total de principios ante la obsesión de obtener algunos triunfos electorales tampoco tiene nada que ofrecer al país. ¿Qué no son suficientes los ejemplos de Guerrero y Chiapas para apreciar que lo único que se logra con ellos es deteriorar la imagen del partido? Las alianzas del PRD con el PAN me hacen recordar, quien sabe por qué, la alianza de Stalin con Hitler.
La izquierda con capacidad de gobernar es la única esperanza a corto plazo para alejarnos de la orilla de los barrancos nacionales. Un relevo de unidad en el PRD (cada vez más difícil), una candidatura acordada por el PRD, PT y Convergencia por elección interna o encuesta entre Ebrard y López Obrador podría ser el camino para un desempeño decoroso de la izquierda en la elección presidencial y para mantenerse viva y con alguna fuerza. ¿Será posible?
1 En realidad, no existe la democracia (poder del pueblo) en ningún país; lo que existe en muchos es la pluriarquía (en contraste con la monarquía) en la cual uno puede elegir entre dos (o tres) candidatos (camarillas dirigentes o partidos) como elige entre la coca y la pepsi. Un sistema electoral acotado, en última instancia, por el veto de la burguesía que ejerce a través de la violencia abierta (golpe y asesinato de Allende en Chile, por ejemplo) o violencia institucional (fraude electoral sancionado por el IFE y el TEPJF) o de plano, acotado a priori como en EU, donde está prohibido el Partido Comunista.
2 El concepto de guerra supone que hay un enemigo a vencer, a aplastar, a matar. Los delincuentes, según la legislación nacional e internacional, deben detenerse (con orden de aprehensión de un juez) y someterse a la justicia y si se comprueban sus delitos, les deben ser aplicadas las penas que establece la legislación. Al declarar la guerra, en cambio, no se procura hacer justicia sino destruir al enemigo, ganar la guerra. Se capturan enemigos para obtener información y hacer más efectiva la guerra, no para hacer justicia. Me parece evidente que se trata de una guerra, además, que no se puede ganar. Es tan lucrativo el negocio, y son tan pobres millones de jóvenes mexicanos sin oportunidades de vida decente, que siempre habrá sustitutos para los abatidos y presos.
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