El violinista Jack Liebeck y el investigador Brian Foster continúan el legado del científico
Ese arte ayudaba a cristalizar las ideas del creador de la teoría de la relatividad, dice el atrilista
Si los jóvenes aprendieran a tocar un instrumento sonoro enfocarían la mente de mejor manera
para despejar la mente cuando estaba embarullada con tortuosos conceptos, sugiere el violinista Jack Liebeck
Sábado 29 de enero de 2011, p. 3
Londres. Cierto día, según se cuenta, Albert Einstein tocaba cuartetos de violín con su amigo Fritz Kreisler, el gran violinista vienés. Einstein cometió un error. “Lo que pasa –le dijo Kreisler– es que no sabes contar.”
Existen varias versiones de esta anécdota. Pero lo indiscutible es que el descubridor de la teoría de la relatividad era también, en su tiempo libre, un dedicado violinista. “Si no fuera físico, probablemente sería músico –dijo alguna vez–. A menudo pienso en música. Sueño despierto con música. Veo mi vida en términos musicales… De la música derivo mi mayor alegría en la vida.”
Ahora se abre una oportunidad de explorar el vínculo entre la música y la física según el ejemplo de Einstein. El violinista Jack Liebeck, ganador del galardón al joven ejecutante clásico británico en el festival Clasical Brits 2010, ha formado equipo con Brian Foster, profesor de física experimental en la Universidad de Oxford, para impartir la conferencia y recital La música de las esferas.
“Brian me escuchó tocar por primera vez en el festival de Cheltenham –recuerda Liebeck–. Nos pusimos a charlar y me invitó a cenar en su colegio de Oxford, donde terminé haciéndole preguntas sobre física de partículas durante hora y media. Y él es un entusiasta violinista aficionado, así que le di una clase.”
Entre ambos idearon la exposición El universo de Einstein, para el Año Mundial de la Física, en 2005; de entonces a la fecha han dado presentaciones en escuelas y universidades de toda Gran Bretaña con respaldo del Consejo de Instalaciones de Ciencia y Tecnología. Pero apenas ahora aparecerán en un acto público en Londres, el 4 de febrero. Foster hablará a las 17:15 horas; Liebeck ilustrará la conferencia con pasajes de solos para violín de Bach. La música podría funcionar en la mente del auditorio en forma muy similar a lo que ocurría con Einstein.
El físico usaba la música para despejar la mente cuando estaba embarullada con todos esos tortuosos conceptos
, sugiere Liebeck. Se levantaba del escritorio, tocaba el piano o el violín durante un rato, y luego volvía al estudio en un estado de ánimo más relajado. Le ayudaba a retirarse un poco del problema y cristalizar su pensamiento.
En la conferencia, Foster explica las actividades del CERN (siglas en francés con las que se conoce a la actual Organización Europea de Investigación Nuclear) y su Gran Colisionador de Hadrones (GCH), ubicado en un túnel subterráneo a 100 metros. Ninguno de esos experimentos sería posible sin los descubrimientos de Einstein; sin embargo, cuando el científico debía recibir su premio Nobel, en 1922, no estuvo presente en la ceremonia. Estaba en Japón, según se dice, interpretando la Sonata Kreutzer de Beethoven.
Liebeck, con la pianista Katya Apekisheva, terminará el programa con una interpretación de las tres sonatas para violín de Johannes Brahms. Einstein tenía especial afinidad con la primera de ellas, en sol mayor. Cuando era estudiante en Suiza, se la escuchó al violinista Joseph Joachim, y se puso a practicar la pieza con intensidad, decidido a aprender lo más que pudiera de Joachim.
El físico solía valerse de su fama para conocer y trabar amistad con los músicos que admiraba. Tocaba música de cámara con ellos y, aunque no era ningún virtuoso, no desentonaba con ellos. Excepto en lo referente a contar: Jelly d’Aranyi, el violinista húngaro para quien Ravel escribió su famosa Tzigane, alguna vez se detuvo en plena ejecución de un concierto de cuerdas con Einstein y comentó: “Albert, tu tiempo es muy relativo este día…”
La belleza, esencial
El escritor estadunidense Jerome Wiedman dejó otra bella anécdota. De joven consideraba carecer de oído para la música, por lo cual asistió con temor a una velada musical en casa de un filántropo neoyorquino. Se encontró sentado al lado de Einstein, quien le preguntó si le gustaba Bach. Cuando Weidman reconoció que no tenía oído musical, Einstein se lo llevó al estudio de la casa; ahí, con ayuda de un disco de Bing Crosby y otras piezas musicales, que culminaron con Bach, el científico le demostró que simplemente tenía los oídos cerrados a la música clásica a causa de una infortunada experiencia con un profesor, y que su oído
estaba en perfectas condiciones. Esa tarde instiló en Widman un amor por Bach que nunca lo dejó. Cuando la esposa de su anfitrión le preguntó por qué se habían perdido el recital, Einstein sonrió: Mi joven amigo aquí presente y yo estábamos inmersos en la mayor actividad de la que es capaz el ser humano: abrir un nuevo fragmento de la frontera de la belleza
.
La belleza era fundamental en el concepto de Einstein sobre el universo, inspirado en no escasa medida por la arquitectura
y la unidad interior
que encontró en la música de Bach y Mozart. La obra de Einstein era con mucho un intento de unificar la física, de explicar elementos en apariencia dispares dentro del mismo marco
, destaca Foster.
Solía decir que ese marco podría ser hermoso en extremo. El ejemplo de Einstein al buscar soluciones bellas aún es vigente hoy: el trabajo en el GCH tiene mucho que ver con la unificación y la belleza
, añade. Foster sugiere que la investigación en el GCH podría hacer realidad el sueño einsteniano de comprender el universo en una teoría unificada.
La conferencia y el recital serán gratuitos para personas hasta de 25 años de edad. Y ello le confiere especial relevancia en momentos en que el gobierno británico y muchos consejos locales del país planean recortes devastadores a la educación musical. No parecen darse cuenta de que, sin su conocimiento de música, tal vez Einstein nunca habría podido hacer las conexiones y descubrimientos que cambiaron el mundo.
“Tocar música abre sendas neurales que de otro modo permanecerían cerradas –señala Liebeck–. Hace referencias cruzadas entre diferentes zonas del cerebro que sin ella podrían no conectarse con tanta facilidad.
Escuchamos mucho en radio y televisión sobre políticos que subrayan la importancia de enseñar a leer, escribir y sumar, pero creo que sería más productivo si todos los chicos aprendieran a tocar un instrumento musical. Enfocaría su mente de una manera mucho mejor.
La conferencia/recital tendrá lugar en St John’s, Smith Square, a la vuelta de la esquina del Parlamento británico. No sería mala idea que los ministros del gobierno se dieran una vuelta y escucharan.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya