El infierno existe
upe de adolescentes que de viaje por Europa se hicieron pasar por centroamericanos, para no identificarse como mexicanos. Fuera por consejo de sus padres o por decisión propia, no deja de inquietar que ser mexicano empiece a darnos vergüenza.
Hace unos días, en la revista dominical del diario El País, la escritora española Rosa Montero repasó los feminicidios en Ciudad Juárez: dijo que sin duda el infierno existe y que hoy está en ese lindo país llamado México.
Si hubiera índices de infelicidad, sabríamos que el gobierno actual ha roto récord en la historia del país. Porque crimen, desempleo, cinismo de autoridades, impunidad, poder abusivo y pobreza, son generadores de dolor y de tristeza para todos, incluidos los niños.
Depresión y suicidio infantiles están a la vista como dato irrefutable del daño humano causado por la ineptitud y patología de quienes creen gobernar este lastimado país.
Datos del Inegi y la OMS indican que el suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes mexicanos. También se sabe de incrementos en el consumo de cigarro, alcohol y drogas como formas de evasión ante la desesperanza y la angustia que viven.
El combate al narcotráfico no se preocupa por el frente más importante: nuestra juventud. En cambio, se amplían horarios de los antros, sitios donde el narcomenudeo transita libremente, mientras se carece de un plan para mejorar las expectativas juveniles: 7 millones de jóvenes, 75 por ciento de personas entre 18 y 23 años, ni estudian ni trabajan y al gobierno nini de Calderón ni le importa ni hace nada al respecto.
Entre los niños aumentan los cuadros de ansiedad, que algunos maestros creen que amerita el uso de Ritalin –asunto que merece análisis particular–, pero por lo pronto, recomendamos a los padres no darlo a sus hijos sin asesoría especializada, pues lo más probable es que no se trate de un problema del niño, sino de la escuela y de la situación de las familias.
Los padres deben recordar que el amor más saludable hacia los hijos no es el que sobreprotege, sino el que ayuda a enfrentar y manejarse en la realidad, por hostil que ésta sea.
Hay que intentar transmitirles serenidad y esperanza; ofrecerles experiencias de arte –cual vacunas– y no olvidar que, para convertirse en mariposas, las orugas deben hacer su propio esfuerzo. (Recomendamos talleres como Escritura ¡Qué travesura! Creación infantil de cuentos, niños de 8 a 12 años, sábados a las 12:30 horas, en el MUAC de la UNAM.) A los niños hay que darles tiempo.