Sábado 19 de febrero de 2011, p. a16
He aquí una nueva maravilla: por fin llega a México la obra del genial compositor y pianista turco Fazil Say registrada en disco compacto: mediante un contrato para grabar, en el sello naïve, exclusivamente partituras compuestas por este artista, podemos disfrutar cuatro de sus obras en el disco titulado 1001 nights in the harem, nombre de su Concierto para violín y orquesta dedicado a su compañera Patricia Kopatchinskaja.
Los afortunados que presenciamos a esta pareja maravillosa en los dos conciertos que llenaron a tope las butacas de la Sala Nezahualcóyotl, el 6 y el 7 de noviembre pasado, cuando fueron solistas de la OFUNAM, tendremos siempre en la mente los pies desnudos de Patricia y la personalidad enigmática y peculiar de Fazil. Fue una impronta, un concierto de esos que marcan época.
Por cierto, a propósito de pianistas de excelencia y de la OFUNAM, esta noche, a las 20 horas y mañana al mediodía en la Sala Nezahualcóyotl la orquesta universitaria acompañará al pianista ruso Valery Kuleshov en el Primer Concierto para piano y orquesta de Chaikovski. Apoteosis asegurada. En la segunda parte sonará la Primera Sinfonía de Sibelius.
El pianista turco Fazil Say, que ahora nos ocupa, es uno de esos personajes excéntricos y geniales. A la fecha suma en su producción cuatro conciertos para piano y orquesta y cuatro sinfonías, así como oratorios y ballets.
Su éxito mundial es arrasador. Como sucedió en la Sala Nezahualcóyotl en noviembre, aún los más escépticos, dogmáticos y conservadores aullaron de placer y aplaudieron a rabiar a este pianista y a la violinista, sobre todo en sus encores, que por cierto vienen en el disco compacto que hoy reseñamos.
Fazil Say es una celebridad en Europa. Precisamente ayer, el melómano Ricardo Méndez (@MrBlackChip) compartió en Twitter la nota que publicó un periódico turco informando del estreno de su más reciente partitura: un Concierto para trompeta y orquesta.
Mientras, en el disco que recomendamos ampliamente (el único que se consigue en México, apenas aparecido en los anaqueles de novedades discográficas. Los otros habrá que encargarlos en esas tiendas de discos y tardarán algunas semanas en llegar), Fazil Say celebra las bodas de Oriente y Occidente, no sólo en su Concierto para violín, ejecutado por la hermosa Patricia Kopatchinskaja, sino en su bellísimo, sublime ballet Patara, dedicado a Mozart, alter ego de Fazil Say, quien en una voz de soprano venida de algún sueño dulce, representa el Amor, mientras él al piano personaliza a Occidente y los instrumentos turcos al Oriente.
Se trata de un disco pleno de magia, sencillez, misterio, sensualidad, sexualidad, onirismo. Un armonioso levitar.
Los dos encores incluidos en este disco: Alla turca jazz, a partir de una sonata de Mozart (la misma que da nacimiento al Concierto para violín y al Ballet Patara), y Summertime variations, son dinamita pura.
El estado de exaltación del alma en el escucha va, entonces, de lo más sublime (el Ballet Patara) a lo más divertido (las travesuras mozartianas en los dos encores), a lo más sensual (los aires turcos a lo largo de todo el disco) y presentan de cuerpo entero a un genio de nuestro tiempo, el maestro Fazil Say, de quien nunca olvidaremos su andar como de profesor distraído, su mirada perdida en algún punto del cosmos y, sobre todo, su prodigiosa manera de tocar el piano y, como queda demostrado también en este disco, escribir gran música.
Un sinónimo de frotar la lamparilla de aceite para que aparezca el genio: poner a andar en el aparato reproductor este disco maravilloso. Arden, flotan, sueñan, danzan las bocinas.