Opinión
Ver día anteriorLunes 21 de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Toros
¿La Fiesta en Paz?

Matar más tradiciones

C

omo en México la muerte se convirtió en artículo de supermercado o de tienda de departamentos y no precisamente con calaveritas de azúcar, asesinar tradiciones se ha vuelto otro pasatiempo de la mafia que se apoderó del país, no para hacerlo progresar sino para rehacerlo a su imagen y semejanza, es decir, con una visión chafa de grandeza, con una idea torpe de autoestima, con un concepto acomplejado de país, y seguir escupiendo sobre el pensamiento, la toma de conciencia y la dignidad, que al cabo la gente aguanta hasta que se harta, según bicentenarias lecciones.

De otro modo no se entiende lo que ocurre incluso en la fiesta taurina, donde las cosas se hacen como bautizo con agua de lavadero, a contraestilo no sólo de toreros sino del franciscano público de la capital que asiste cada domingo a la plazota en proporción a lo atractivo del cartel, ya que la tauromaquia del país se redujo a tres o cuatro apellidos –importados, desde luego– y a dos o tres fechas de relumbrón. El resto, como sea.

Pero comprender el toreo como fenómeno histórico-cultural, como expresión de modos de ser de un pueblo, como opción de espectáculo originalísimo y ancestral, nada, habida cuenta de que en los gobiernos del cambio y ya desde antes capital mata tradiciones y amateurismo sustituye rigor de resultados.

¿Qué necesidad de desperdiciar a un tiovivo, quiero decir, a un respetable maestro del rejoneo, con dos ejemplares discretos de trapío cuando para verlo la gente casi llenó la Plaza México? ¿Qué caso tenía traer al torero mexicano más taquillero con un encierro a contraestilo de su intensa tauromaquia? ¿Cuál fue el criterio para todavía incluir en tan desalmada combinación a un muchacho que delante del toro sabe estar pero no logra decir? Las respuestas habrá que buscarlas no en los que mangonean sin talento sino en la enajenación de la sociedad mexicana, más aturdida y amedrentada que nunca. Y como la lidia de toros es claridad y arrojo…

Sin embargo, ayer en la plazota hubo un momento de insoportable belleza cuando uno de los dos tiovivos contratados por la incorregible empresa logró torear al alegre primer toro en redondo con la cabalgadura, convertida en templada muleta. Luego el público se abstuvo de orejear al rejoneador como en otras ocasiones y sólo lo sacó al tercio, pues ya vio a otro jinete más osado que acarruselado. Lo demás fue lo de menos en este contumaz tradicidio.