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Enseñaba que lo trascendente son los demás, no uno mismo, expresa su hijo José

Despiden en el Palacio de Bellas Artes a Iturriaga, sabio al estilo renacentista

El historiador donó a la Universidad Veracruzana su biblioteca de casi 30 mil volúmenes

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Familiares, amigos y funcionarios flanquean el féretro con los restos de José Ezequiel Iturriaga Sauco, ayer, en el Palacio de Bellas ArtesFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 22 de febrero de 2011, p. 6

José Ezequiel Iturriaga Sauco (1912-2011), sabio al estilo renacentista, fue despedido ayer de cuerpo presente en el vestíbulo principal de Palacio de Bellas Artes, recinto que no se abre los lunes, pero que ese día reunió a personajes como Carlos Slim, Bernardo Quintana, Miguel Alemán, Porfirio Muñoz Ledo y Rodolfo Echeverría.

A las 11:09 horas las puertas principales del máximo recinto cultural del país se abrieron para recibir el féretro con los restos del sociólogo, historiador, maestro, diplomático y servidor público fallecido el pasado sábado.

La primera guardia la realizaron su viuda, doña Reina, sus hijos; Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), y Teresa Vicencio, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes.

La segunda estuvo integrada por Slim, Quintana, Muñoz Ledo y Alejandro Carrillo, entre otros. Entrevistado al término del acto, Slim, presidente vitalicio del Grupo Carso, expresó que entre las cosas que legó don José Iturriaga fue el cuidado del Centro Histórico, ya que desde hace muchos años hizo notar “los riesgos de la destrucción que estaba en proceso. Ayudó a que se parara la destrucción, luego vino la conservación y después la revitalización. Fue gracias a don Pepe Iturriaga, que inspiró e impulsó todo este esfuerzo”. Slim también mencionó los libros que escribió y los estudios que hizo.

Pensamiento y acción

Asimismo, Consuelo Sáizar se refirió a Iturriaga como diplomático brillante, notable asesor en asuntos de Estado, lúcido pensador y penetrante académico, creador de las definiciones de Centro Histórico y mexicanólogo, como bien lo señalaba Rodolfo Echeverría. De hecho, fue una de estas contadas figuras que desafían cualquier clasificación. Su legado es tan amplio que pareciera ser obra de muchos hombres distintos, porque él fue simultáneamente un hombre de pensamiento y de acción.

Patriota generoso e íntegro, la fidelidad de don Pepe hacia su país lo llevó a ser crítico cuando la ocasión lo ameritaba. Siempre, sin embargo, tenía una propuesta que oponer a la adversidad, un plan para sortear los problemas de nuestro tiempo, de su tiempo. Estaba muy lejos de un intelectual desvinculado de su época, continuó la presidenta del CNCA.

De allí que despedimos a José Iturriaga, señera figura mexicana del siglo XX y el inicio de este XXI, con la certidumbre de que su obra seguirá siendo referente para el entendimiento de nuestro país, e inspirará a todos aquellos preocupados por los destinos de México.

José Iturriaga de la Fuente, hijo del homenajeado, destacó a su vez dos cualidades de su padre. Fue un sabio al estilo renacentista. No había rama de las humanidades que no dominara a fondo. Lo mismo se le puede llamar filósofo, sociólogo, historiador, antropólogo y politólogo, como ahora le llaman.

A la par poseía otra cualidad “nada frecuente en los sabios que suelen tomarse demasiado en serio. Mi padre tenía un sentido del humor extraordinario, era un juguetón. A todos quienes lo conocieron consta también su forma de ver siempre el lado optimista y alegre de la vida.

Así, pues, la enseñanza que deriva de esa combinación de sabio y de persona alegre y optimista fue que lo verdaderamente trascendente son los demás, no uno mismo.

Entrevistado, Iturriaga de la Fuente dijo que su padre donó en vida su único patrimonio significativo: su biblioteca de cerca de 30 mil volúmenes y el inmueble donde se encuentra, en Coatepec, a la Universidad de Veracruz.

Mexicanólogo como le gustaba autodefinirse, para Rodolfo Echeverría el homenajeado era también “un iniciador y un desentrañador de los misterios de México. Por eso algún día dijo, también soy un mistagogo de la República.”

A las 12:03 horas se escuchó el último aplauso. En seguida el féretro con los restos de don José Ezequiel Iturriaga abandonó el Palacio de Bellas Artes para ser llevado al Anfiteatro del Colegio de San Ildefonso, recinto de la Universidad Nacional Autónoma de México, para recibir otro homenaje.