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Presupuesto EU

El Pentágono, a dieta
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Copias del proyecto de presupuesto que el gobierno estadunidense de Barack Obama pretende ejercer para 2012 son impresas en WashingtonFoto Ap
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Periódico La Jornada
Martes 22 de febrero de 2011, p. 28

Ante la agonía sobre la desmesurada deuda estadunidense, el alguna vez sacrosanto presupuesto de defensa, que representa la mitad de todo el gasto discrecional federal, ya no está en terreno vedado. Los demócratas, normalmente temerosos de aparecer blandos en materia de defensa, van perdiendo la renuencia. Hasta algunos republicanos, presionados por ciertos militantes del movimiento tea-party que pugnan por un gobierno pequeño, conceden que se debe poner sobre la mesa el gasto en defensa si se piensa atacar en serio los déficit anuales de un billón de dólares.

En un lado del litigio están halcones fiscales como Rand Paul –recién electo senador por Kentucky–, quienes creen que una deuda nacional cercana a 100% del PIB hacia finales de la década es en sí misma una amenaza a la nación, y sostienen que la defensa tiene que sufrir su parte del dolor. El solo tamaño del presupuesto de EU en este rubro lo pone en la mira. Con 700 mil mdd anuales, incluidos gastos de guerra, es tan grande como el de los siguientes 20 mayores gastadores militares del mundo combinados.

El año pasado el gasto estadunidense en defensa excedió en 50% el promedio erogado durante los años de la guerra fría (ajustado a la inflación), mientras en los 10 años pasados ha crecido 67% en términos reales.

Los del lado contrario, todavía republicanos en su mayoría, aseguran que el gasto en defensa, equivalente a menos de 5% del PIB, no es particularmente alto según datos históricos (ver tabla). Afirman que cualquier recorte sería irresponsable, dada la extensión de los compromisos del país y la imposibilidad de predecir los retos que tiene adelante, como la competencia de una China en ascenso, la confrontación nuclear con Irán y la implosión de Pakistán. En algún lugar enmedio del debate queda el secretario de Defensa, Robert Gates.

Gates, hábil operador a quien Barack Obama retuvo en el cargo tras recibir el poder de George Bush, comenzó a otear en 2008 en qué dirección venía el viento. Calculó que si tomaba la iniciativa podría evitar cortes más profundos y dolorosos. Así pues, limitó o canceló más de 30 sistemas de armamento, entre ellos el Sistema de Combate Futuro del ejército, el avión caza F-22, dos sistemas misilísticos y el destructor Zumwalt. El año pasado fue más lejos, al proponer el cierre del comando conjunto en Virginia y una reducción de 10% en el presupuesto para trabajadores por contrato en cada uno de los tres años siguientes. Pidió a los servicios armados encontrar ahorros de eficiencia por al menos 10 mil mdd en los cinco años siguientes, los cuales prometió reinvertir en otros programas.

A principios de junio, Gates anunció los resultados de estos trabajos. Buscaría para el año próximo un presupuesto de 553 mil mdd (sin contar fondos de guerra), incremento relativamente modesto con relación a los 549 mil mdd del año fiscal actual. El dinero que había encontrado de esas eficiencias se redirigiría a sistemas aéreos no tripulados, nuevos sistemas electrónicos de interferencia para la armada, un bombardero de penetración y algunas mejoras de equipo. Bajo presión de la Casa Blanca, añadió que habría recortes por otros 78 mil mdd en los próximos cinco años, lo cual marcaría una transición de una cultura de dinero inagotable a otra de ahorros y restricción.

Hacia tal fin, Gates declaró que suprimiría el vehículo expedicionario de combate de los marines, especie de tanque flotante exageradamente costoso; pondría a prueba la variante de despegue y descenso vertical del caza de ataque conjunto F-35, que ha resultado problemática, y recortaría el personal del ejército y los marines hasta en 47 mil efectivos luego de 2015 (cuando se supone que estará completa la transición a fuerzas nacionales en Afganistán). Otra decisión que causará polémica es la intención de elevar las primas de seguro pagadas por personal militar en retiro, en un esfuerzo por detener los crecientes costos de atención a la salud, que han pasado de 19 mil mdd hace una década, a 50 mil mdd hoy, y que se prevé que lleguen a 65 mil mdd en cinco años.

Buck McKeon, republicano que ahora encabeza el comité de servicios armados de la Cámara de Representantes, ha respondido con furia previsible al plan de Gates, diciendo que es un cambio dramático para una nación en guerra y una peligrosa señal del comandante en jefe. Gates puede consolarse con que también ha habido mucha retroalimentación de críticos que dicen que no ha llegado lo bastante lejos. Señalan que lo que se planea no es tanto un recorte como una reducción de lo que el Pentágono pensaba gastar en los próximos cuatro o cinco años. El presupuesto aún crecerá en términos reales hasta que se estabilice en 2015. Dada su intención de retirarse del cargo a finales de este año, puede que Gates no tenga el valor de intentar nada más radical mientras está al frente.

Erskine Bowles y Alan Simpson, copresidentes de la comisión bipartidista sobre el déficit que presentó el informe en diciembre, demandaron un recorte mucho más profundo, de 100 mil mdd, al presupuesto de defensa de aquí a 2015. Reconocen, sin embargo, que reducir las adquisiciones en 15% y la investigación y desarrollo en 10 podría erosionar la ventaja tecnológica de EU sobre nuevos rivales (es decir, China).

Michael O’Hanlon, de la Institución Brookings, en Washington, calcula que debe ser posible lograr una reducción de 10% en gasto no bélico en dólares reales, o unos 60 mil mdd en ahorros, antes de que se formule el presupuesto de 2017. Pero también anota que la meta que él sugiere se refiere a un presupuesto basado en la política actual, y no al presupuesto de hoy ajustado a la inflación.

O’Hanlon reconoce que su plan conlleva riesgos. Por ejemplo, EU no podría realizar dos campañas de combate en tierra al mismo tiempo (algo, sugiere, que después de la experiencia de la década pasada no se le haría muy atractivo). Pero señala que el sistema de alianzas globales de EU, integrado por más de 60 países que representan 80% del gasto militar mundial, sigue teniendo una fuerza formidable. Entre los países poderosos, sólo Rusia y China están inequívocamente fuera de él, mientras Irán, Corea del Norte y tal vez Venezuela, Siria y Mianmar y países similares juntos representan no más de 2% del poderío militar global. O’Hanlon concluye que EU podría de hecho correr más riesgos con sus políticas fiscales que con las militares.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya