l pasado 15 de febrero los agentes del Servicio de Aduanas e Inmigración de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) Jaime Zapata y Víctor Ávila fueron atacados por un comando de aproximadamente 15 hombres, aun cuando se identificaron, al regresar a la ciudad de México después de sostener reuniones con personal estadunidense en San Luis Potosí. Como resultado del atentado, el agente Zapata falleció, mientras que Víctor Ávila logró sobrevivir a la agresión. Ese mismo día, la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, Janet Napolitano, condenó enérgicamente el ataque a los agentes. Además, dejó claro que cualquier acto de violencia contra los funcionarios del ICE o del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) es un ataque contra todos aquellos que arriesgan su vida por la seguridad del país. En ese sentido, declaró que todos los recursos del DHS están a disposición de las autoridades mexicanas para la investigación del caso, y refrendó el compromiso de Estados Unidos en apoyo a los esfuerzos de México por combatir la violencia.
El 17 de febrero, en una audiencia en el Comité de Seguridad Interna de la cámara alta, la funcionaria detalló que México está liderando la investigación sobre la muerte del agente Zapata con el apoyo de una fuerza de tarea conjunta del Departamento de Justicia y del Departamento de Seguridad Interna. Aseveró que la justicia llegará contra los involucrados, en honor a la memoria del agente caído y de aquellos que aún están trabajando en México. Finalmente, ratificó que “permanecemos incansables en nuestro esfuerzo de mantener segura nuestra frontera y en asistir a México para derrotar a los cárteles que están amenazando al país”.
Asimismo, el procurador de Estados Unidos, Eric Holder, aseguró que su gobierno revisará la seguridad de su personal en México y emprenderá cambios en la manera en que operan, para garantizar la protección de sus funcionarios. Por su parte, el Departamento de Estado reafirmó su confianza en el gobierno del presidente Calderón, ya que ha actuado de manera muy valiente en años recientes y, con la ayuda de Estados Unidos, está realizando acciones a fondo contra los perpetradores de este tipo de violencia, afirmó el vocero P. J. Crowley.
En tanto, el subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, en comparecencia frente al Comité de Asuntos Exteriores del Senado, precisó que este tipo de amenazas al estado de derecho en Latinoamérica constituyen también una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos, por lo que fortalecerán la capacidad regional para combatirlas.
Este fenómeno ha encendido los focos rojos de la seguridad nacional estadunidense, a grado tal que todas las oficinas de inteligencia están trabajando para dar con los responsables del ataque. El grupo del crimen organizado que perpetró esta agresión y quien la ordenó no midieron consecuencias e ignoraron el precedente que marcan dos hechos similares en los que Estados Unidos desplegó operaciones contra México y los cárteles de la droga: el secuestro del agente de la DEA Enrique Camarena, secuestrado y asesinado en 1985 por órdenes de Rafael Caro Quintero y Miguel Ángel Félix Gallardo, así como el secuestro de los agentes Joseph Dubosch, de la DEA, y Daniel Fuentes, de la FBI, por Osiel Cárdenas Guillén en Matamoros, Tamaulipas.
El gobierno de México debe investigar para aprehender a los responsables del atentado y no exponer al país a las medidas que podría tomar el gobierno de Estados Unidos, como una posible restricción al tránsito migratorio en los cruces fronterizos –lo que ocasionaría fuertes pérdidas económicas derivadas del comercio bilateral–, como ya ocurrió en el pasado, o bien la aplicación de medidas que perjudiquen la economía nacional.
En un hecho inédito, el pasado 10 de febrero el director de Inteligencia, James R. Clapper, precisó que no percibían señales de que el crimen organizado, como una cuestión de estrategia, decidiera atacar a los funcionarios del gobierno de Estados Unidos en México; no obstante, consideraba la amenaza como real. El atentado contra los agentes del ICE puede ser el inicio de un replanteamiento en la dinámica operacional del crimen organizado al enfrentar, sin distingo, a quienes consideran sus enemigos.
*Analista en temas de seguridad y justicia