ibia como una figura lejana, átona, difuminada, colorea su cielo con bombardeos e impregna las investiduras corporales de los libios de manera muy honda y gravita cual fantasía cargada de violencia y testimonio de una introyección de destrucción. El dictador Kadafi bombardea Zawiya con artillería pesada, tanques y aviones contra opositores, los más pobres de ese país africano, casi sin armamento.
La euforia inicial dio una rápida victoria rebelde sobre las fuerzas del dictador que se bambolean día tras día, hasta volverse lo contrario, según los corresponsales Juan M. Muñoz y A. Caño, del periódico El País. La superioridad del ejército sobre los grupos insurgentes, mal equipados, mal comidos y lo peor, mal organizados, impide cualquier avance rebelde hacia la capital Trípoli.
El dominio aéreo deja todo tipo de objetivos a merced de Kadafi, quien utiliza sus cazabombarderos para detener cualquier avance rebelde o para paralizar con amenazas las instalaciones petroleras. Sembrando el pánico en la población y obteniendo que muchos rebeldes deserten de las filas de opositores.
Ante la violenta situación, Estados Unidos y la Unión Europea discuten la opción de una intervención militar para frenar la matanza de civiles. En Bruselas la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) vigila el cielo libio con aviones radar y se prepara para actuar si recibe un mandato de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Francia y Reino Unido ya elaboran un borrador de resolución para cerrar el espacio aéreo libio. Rusia y China, en contraste, han advertido que vetarán esa opción al considerar la autonomía de cada país para gobernarse.
En las precarias e inhumanas condiciones en que viven los libios, los actos traumáticos se eslabonan unos con otros en una incesante cadena de abigarrado tejido, en que día a día la crueldad no parece tener límite. Y sobre el potencial biológico ya menguado por la concurrencia de condiciones ya de por sí traumáticas, lógicamente emergerá un aparato síquico con serias fisuras desde su cimentación.
La indefensión y el desamparo originarios se acentuarán más en estos ciudadanos libios, rebeldes, portadores de depresiones crónicas y neurosis traumáticas por generaciones. No en balde el dictador lleva 40 años de crueldad con su pueblo, de pérdidas y duelos no elaborados.
Si he comprendido bien, la situación traumática en los libios actúa en dos frentes. En uno ataca desde el exterior. Pero en el otro, no menos traumáticos aparecen los influjos procedentes del interior, cargados de pánico que proviene del desamparo originario antes citado y que se mezcla con las presiones del exterior. Esto determina un efecto de potenciación que sobrecarga el aparato síquico restándole posibilidad de elaboración y simbolización. Simplemente es de observar las deserciones cada vez mayores de libios rebeldes apanicados.
Para el libio que actualmente vive en situaciones límite, no muy diferentes de las cotidianas, las carencias son múltiples. Lo mismo las internas que las externas. Las pérdidas cotidianas de todo tipo se suceden de una a otra y los duelos se tornan inelaborables. El medio externo en plena guerra civil es fuente constante de frustración para hombres con poca tolerancia para la misma frustración. Hombres violentamente silenciados y que por añadidura silenciarán a los suyos en forma violenta. Gritos entre sonidos de ametralladoras, de fusil, de bombardeos, acompañados de ecos terroríficos que emergen del vacío. Máscara de dolor y desencuentro, escenario del terror sin nombre. Duelos negros.
Las experiencias de los países africanos derrocando a los dictadores desbordan las explicaciones que se puedan dar. Problemas geopolíticos, económicos, sociales, sicológicos, entrecruzados, impidiendo apoyar al sufrido pueblo libio. Las opiniones se dividen y el mundo se alborota y entra en crisis.
La tragedia de la situación traumática como la que se vive en Libia es que parece ser que la única manera de elaborarla es la repetición compulsiva como forma de obtener un equilibrio síquico.
La necesidad de rencontrar lo perdido determina que el aparato perceptual se desvincule de la realidad externa y trate de centrar su atención en aquello que se perdió. Cada nueva pérdida resignifica las anteriores, ahonda todavía más la herida y desorganiza el aparato síquico.
Y mientras los libios se matan entre hermanos, el mundo discute y pelea sus intereses y de poder. ¿Estados Unidos y la Unión Europea opuestos a Rusia y China?