upuestos: 1. A lo largo del siglo XX hubo tiempos de gran confusión en que naciones enteras se vieron envueltas en conflictos que no entendían, que consideraban ajenos o que erróneamente pensaban suyos, y de los que con el tiempo terminaron siendo víctimas como simple carne de cañón; tales fueron los casos de los árabes, los españoles, los checos, los polacos, los finlandeses, los griegos y más tarde los coreanos, los africanos y los vietnamitas, por mencionar sólo unos cuantos.
Cuando los conflictos terminaron y se despejaron los resultados, quedó claro que las luchas que se proclamaban libertarias y de emancipación para crear un nuevo orden mundial que garantizara la paz y la soberanía de los pueblos, eran en realidad consecuencias sólo de un conflicto de intereses en torno al control de los mercados y de las materias primas, incluyendo desde luego el petróleo, por parte de unas cuantas naciones, o incluso de pequeños grupos de poder dentro de ellas.
2. En los escenarios del siglo XXI que hoy vivimos sucede que el petróleo es un recurso estratégico más importante que nunca, por los requerimientos crecientes de energía en los países más desarrollados
, a la par con el agotamiento de los depósitos conocidos de petróleo y gas en el planeta, de manera que muchos de los conflictos que hoy existen en el mundo se localizan en las regiones con mayores recursos petroleros, aunque las razones aparentes de esos conflictos incluyan aspectos religiosos y de fanatismo a ultranza, revoluciones para derrocar a tiranos, o acuerdos internacionales para eliminar riesgos sobre el mal uso
de armas nucleares en manos de presuntos criminales.
3. Mientras en el siglo XX se dieron graves enfrentamientos de carácter político e ideológico entre gobiernos de orientación comunista, nacional socialista y capitalista, dotados todos ellos de alta capacidad de destrucción, en el nuevo siglo la única opción política viable sigue siendo la capitalista y la nueva competencia real parece darse más bien en términos económicos, entre bloques comerciales regionales, centrados en Europa, Asia y América.
A diferencia de los dos primeros bloques, donde la estrategia ha sido la de fortalecimiento de los países más débiles para asegurar mercados fuertes y equilibrios regionales, el caso del supuesto bloque americano es diferente, de hecho el bloque no existe como tal, ante la inclinación dominante de los estadunidenses en su trato a Latinoamérica.
4. Históricamente han existido siempre naciones con inclinaciones dominantes, que tienen bien establecidos sus objetivos a mediano y largo plazos, y que construyen sus estrategias de crecimiento económico adelantándose a los hechos para alinearlos en su favor, mientras otras de vocación periférica reaccionan a los conflictos que les afectan en forma directa y predecible, sin analizar las consecuencias de sus acciones. De alguna manera, ésta ha sido la política seguida por nuestro país desde el gobierno de López Portillo, cuando pretendió reaccionar a los primeros desajustes mundiales del mercado petrolero, luego de la crisis iraní, ante la caída de su dictador.
Posibles consecuencias: a la luz de estos antecedentes, el análisis del escenario de violencia en el que estamos sumidos resulta francamente aterrador, pues sin lugar a dudas somos un país periférico, sin proyecto alguno para definir sus objetivos, reactivo sólo al comportamiento de los mercados
y de otros estímulos externos, con un gobierno carente de visión y capacidad de análisis de los conflictos, que de alguna manera nos afectan y menos de los riesgos que conllevan, el cual nos ha enfrascado en una guerra contra el narcotráfico, probablemente definida desde Estados Unidos, sin preguntarse cómo es que el país supuestamente más interesado en la destrucción del crimen organizado que opera en México sea la principal fuente de financiamiento y de armamento de éste. La incongruencia aparente no es nueva, hemos sido muchos los que hemos señalado esta contradicción desde muchos meses atrás.
Hoy, ante los ojos del mundo, México representa un claro peligro para la seguridad del pueblo estadunidense, justificando prácticamente cualquier intromisión en nuestro territorio para detener esta amenaza que el Estado mexicano ha sido incapaz de controlar.
¿Cuál es la relación de esta terrible tragedia en la que estamos inmersos y que está generando una grave problemática política y económica, con el hecho de contar con recursos petroleros importantes y muy cercanos a territorio estadunidense? Pues quizás ninguna, pero algunos somos muy mal pensados y ante la globalización rampante que se observa a escala mundial, nos preguntamos qué podría suceder si dados los recientes acontecimientos en el norte de África y ahora en la península arábiga, los intereses europeos y estadunidenses vean amenazados sus mecanismos de control en esas fuentes de abastecimiento energético. No, pues quién sabe.