Nueva York, 13 de marzo. Las primeras estimaciones sobre el costo económico tras el terremoto y posterior tsunami, y debido a la emergencia nuclear decretada en el país, apuntan a una cifra superior a 100 mil millones de dólares en pérdidas para la economía de Japón, de acuerdo con AIR Worldwide y Eqecat, compañías estadunidenses especializadas en cálculos de riesgos ante catástrofes.

Las pérdidas en infraestructura, según Eqecat, superan 30 mil millones de dólares, a los que hay que añadir otros 10 mil millones en daños a puertos y navíos. En la costa más afectada por el tsunami los daños sobrepasan 20 mil millones de dólares, mientras los destrozos industriales y comerciales se ubican entre 5 mil y 10 mil millones. Según AIR Worldwide, 34 mil millones de dólares será el saldo por los daños causados en propiedades aseguradas.

Las cifras oficiales hablan de 20 mil 800 edificios destruidos, entre otras averías.

Graves consecuencias por un servicio de luz irregular

Naoto Kan, primer ministro de Japón, reconoció las graves consecuencias que tendrá para la economía un suministro eléctrico irregular. Millones de personas seguían ayer sin electricidad ni agua corriente. El Banco de Japón anunció que ha inyectado unos 483 millones de euros a trece instituciones financieras del norte del país.

El gobierno, que ya adelantó la posibilidad de ampliar el fondo de catástrofes, advirtió que tomará medidas contra los especuladores y no descarta que el banco central aplique una política monetaria no convencional.

Japón es el país más endeudado del mundo desarrollado, con un pasivo que llega a 200 por ciento del producto interno bruto, y un déficit de 10 por ciento, de acuerdo con analistas.

El banco central tampoco tiene demasiada holgura, con tasas de interés que ya están en cero por ciento en un intento por combatir la deflación. Ante esto, varios especialistas dan por hecho que el terremoto detendrá la incipiente recuperación de la economía. En el último trimestre de 2010, el PIB se contrajo 1.3 por ciento en tasa anual, pero los primeros meses de 2011 anticipaban un rebote que hoy se antoja imposible.