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Pierde Euskadi uno de sus espacios culturales más representativos y visitados

El Museo Txillida-Leku cierra sus puertas de manera definitiva

La familia del artista vasco defiende el espíritu y el carácter monográfico del recinto

Los representantes de la administración pública reclamaban tener injerencia en la dirección

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Una de las esculturas de Eduardo Txillida, perteneciente al acervo del museo del artista, ubicado en el País VascoFoto Mónica Mateos
 
Periódico La Jornada
Sábado 19 de marzo de 2011, p. 2

Madrid, 17 de marzo. Había una mínima esperanza –la de lograr un acuerdo de última hora con las administraciones públicas–, pero no fue posible. El museo Txillida-Leku comunicó el cierre definitivo de sus instalaciones, con lo que a partir de ahora el mítico espacio creado por el genial escultor vasco Eduardo Txillida, sólo podrá ser visitado por estudiosos.

Euskadi pierde uno de sus centros más emblemáticos y el museo más visitado de la reciente década.

El recinto se ubica en la provincia de Guipúzcoa, en Hernani, a sólo unos kilómetros de San Sebastián. Es un típico caserío vasco cuyo nombre original es Zabalaga, con una historia que se remonta al siglo XVI. La construcción de piedra y madera está rodeada por un jardín de 12 hectáreas donde hay esculturas, hayas, robles, magnolias y puentes.

Fue creado al milímetro por uno de los artistas vascos más brillantes del siglo XX y un exponente universal del arte abstracto.

Desde el pasado primero de diciembre, cuando se anunció formalmente el previsible cierre del museo, los familiares del artista –quienes ostentan la dirección del recinto– intensificaron las negociaciones con la administración pública, sobre todo con el gobierno vasco, presidido por el socialista Patxi López, y con la Diputación de Guipúzcoa.

Las posiciones, desde el principio, fueron encontradas, pues la familia del artista defendía mantener el espíritu del museo, así como la dirección y que se garantizara la exposición permanente de las obras de Txillida.

Mientras, los representantes gubernamentales reclamaban espacios de decisión en la dirección del museo –requisito legal para otorgar las cuantiosas subvenciones que requería–, además de cambiar la forma de gestionar el museo, haciéndolo más dinámico para favorer las exposiciones temporales y atraer más visitantes. Precisamente, una de las razones expuestas sobre el cierre es la disminución de público, secuela de la crisis internacional.

Según informó la familia Txillida, el acuerdo se rompió al no garantizarse el carácter monográfico del museo, que el espacio sólo sirviera para la exposición, estudio y análisis de la obra del artista. Por tanto, decidieron liberar de cualquier compromiso al Ejecutivo vasco y a la Diputación.

Los representantes públicos no se comprometieron a ningún tipo de obligación con los 20 trabajadores. Éstos serán sometidos a un Expediente de Regulación de Empleo, con lo que se formalizará el cierre definitivo del recinto.

Txillida y su mujer, Pilar Belzunce, comenzaron en 1984 su gran utopía: crear un espacio pensado hasta en el mínimo detalle por el genial artista, quien logró desplegar en 12 hectáreas y en el caserío de piedra maciza una conjunción armónica de arte contemporáneo, así como afirmaciones filosóficas y poéticas proyectadas en su escultura. Esa obra magna, que inauguró el propio Txillida dos años antes de morir y que ha sido visitada hasta ahora por más de 800 mil personas, cerrará sus puertas definitivamente.