Más de 49 mil asistentes repasaron su historia metalera
Domingo 20 de marzo de 2011, p. a10
Cuarenta y nueve mil 500 personas presenciaron el concierto del grupo metalero británico Iron Maiden la noche del pasado viernes en el Foro Sol, donde Eddie, el alter ego de la banda, llegó con sus nuevos mensajes, en la gira The final frontier.
La Doncella de Hierro –nombre en español de la agrupación, tomado de un instrumento de tortura, especie de ataúd con clavos oxidados que se encajaban en el cuerpo de la víctima, hasta hacerla morir– cantó 16 temas que resumieron una trayectoria que comenzó en 1975 y que a la fecha ha vendido más de 80 millones de discos y conseguido millones de seguidores en todo el mundo.
Iron Maiden remarcó en esta ocasión su postura negativa, apocalíptica, dura y nada complaciente. Eddie llegó disfrazado de una cosa rara llegada de otro plano del universo; era como un alienígena agresivo que aterriza en una nave espacial, como parte de una escenografía pletórica de luces robóticas.
Los teloneros
Abrió el grupo regiomontano Maligno, que cumplió bien su labor telonera. Dedicó su seguna interpretación a la recientemente fallecida Rita Guerrero, con lo cual se llevó una carretada de aplausos.
Pero la raza iba a lo que iba: a ver a Iron Maiden, que comenzó macizo con Satélite y siguió con El Dorado, Two minutes to Midnight, Coming Home, Dance of Death, The Trooper, The Wicker Man, Blood Brothers, When the Wind wild blows, The Evil that me do, The Talisman, Fear of the Dark y Iron Maiden, con la que Eddie reapareció y la banda logró uno de los mejores momentos de la noche.
Siguieron The number of the Beast, Hallowed be the Name, para cerrar con Running free.
Todas las canciones fueron coreadas y llevadas a grado de himno, lo que emocionó a la banda inglesa, que aparentemente ni cuenta se dio cuando falló el sonido. Es lamentable que en una tocada de ese tamaño ocurran tales descuidos. El enorme error duró casi tres canciones. El público de adelante –del área llamada VIP– no sufrió porque tenía las bocinas justo enfrente, pero los de atrás sí que padecieron.
Tanta fue la queja que las mentadas y los gritos de culero
no cesaron. Cuando se solucionó la falla, el respetable siguió en lo suyo: muchos coreando en un inglés contrario al juay de rito. Es más, la bandita sabe tan buen inglés, que uno no puede más que pensar que las escuelas de idiomas son un éxito, porque ya la mayoría habla la lengua de Shakespeare.
El vocalista dijo que habían viajado 12 horas para estar esa noche ahí, pero se alegran cada vez que saben que estarán en México.
Así, con las pilas cargadas de heavy metal, los casi 50 mil asistentes se fueron a casa, a un antro o a una fonda chiquita, cada quien para seguir con su historia personal, roquera y eternamente joven.