Recuerdan al narrador y poeta durante la presentación de Apuntes del exilio
unió amor y vida
Esta obra es más un canto iluminado que niega su muerte
, señaló Marco Antonio Campos
Lunes 21 de marzo de 2011, p. a10
“Apuntes en el exilio más que un poema es un canto iluminado, que niega la muerte de Carlos Montemayor; esa muerte que desde hace más de un año no dejamos de lamentar”, expresó el escritor Marco Antonio Campos durante la presentación del poemario, uno de los cuatro libros póstumos que dejó el escritor y luchador social, la cual se realizó este domingo en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes.
Campos, quien estuvo acompañado por Susana de la Garza, viuda del poeta, habló del mundo poético de Montemayor y asoció Apuntes en el exilio con el libro Finisterra.
Señaló que en su libro, Carlos Montemayor (1947-2010) mencionó varias veces, como una premonición extremecedora, a la muerte, como se lee en el verso VII: Acepté morir y vivir, perderte y buscarte./ Ahora, aquí, de vuelta, /al poner mis manos en el calor de tu cuerpo,/ reconozco que la muerte y la vida llegan por distintos senderos:/ una por la memoria, otra por la luz
.
Ante la audiencia congregada en la Sala Manuel M. Ponce, Marco Antonio Campos recordó a su amigo, quien en la poesía invocaba al mundo y cantaba al amor a partir del cuerpo de la mujer. Celebró la escritura de Montemayor, quien en un instante y en unos versos unió amor y vida.
Prosa y lírica
Apuntes del exilio –indicó Campos– es un vasto poema de amor celebratorio de principio a fin, apenas tocado, por algunos recuerdos de tristeza.
“Montemayor buscó en la prosa recrear momentos grandes de la cultura con acontecimientos clave que cambiaron la historia reciente de México, como el movimiento de 1968, la guerrilla y el alzamiento zapatista de 1994.
En la poesía, en cambio, escribió algo más íntimo y personal: sobre el amor, la familia entrañable, imágenes del sueño, de la infancia, de ciudades visitadas o imaginadas.
En Apuntes del exilio aparecen esas ciudades permanentes en las que, según Campos, transita la poética de Carlos Montemayor: el Parral de su niñez; la ciudad de México, donde vivió su vida adulta y ejerció su genio literario, y esa ciudad imaginaria llamada Finisterra, que también da nombre a uno de sus poemas más famosos.
En las extensas composiciones de Montemayor existe un diálogo con la amada, se corresponden secretamente con una lectura musical y buscan que el amor sea resplandeciente
, explicó Campos. “Desde el punto de vista del que está contado Apuntes del exilio, Carlos pudo haber dicho lo mismo que me contestó en una entrevista sobre el diálogo que sostiene con una mujer en Finisterra: ‘Mi amiga es una vida para hablar con el mundo y hablo con el mundo como si fuera mi amiga’.
“Apuntes en el exilio parece escrito en un solo arrebato. El centro del poema es el cuarto de los amantes, y ahí, el amante y la amada, en el encuentro de los cuerpos, ven pasar una y otra vez las cuatro estaciones del año y los acontecimientos del mundo”, explicó Campos.
Con un lenguaje transparente y con espontaneidad natural en la composición de las imágenes, un total de 10 fragmentos construyen el extenso poema en el que, al tiempo del encuentro con el ser amado, transcurre también el pensamiento de Montemayor sobre temas como el regreso, la memoria y la muerte.
Con el verso: He vuelto sin rencor a tu abrazo y al mundo/ al deseo que no espera más prendas que su propia certidumbre en los labios
, el actor Alberto Estrella comenzó la lectura del poema.
La publicación Apuntes del exilio fue patrocinada por Oak Editorial y La Cabra Ediciones, en la que aparece también el logotipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia por voluntad del poeta.