Algo así como un buen tipo
rimero fue Las Marimbas del Infierno, de Julio Hernández Cordón; hoy es el turno de Algo así como un buen tipo, del noruego Hans Petter Moland.
El Foro de la Cineteca ofrece una nueva comedia agridulce en deuda con el cine de los hermanos Kaurismaki. Una cinta sobre el fracaso y la dificultad para expresar y ver correspondidas las emociones que se expresan con torpeza y a destiempo. Ulrik, un ex presidiario masivo y tranquilo, con ánimo férreo de enderezar su vieja vida criminal por senderos más amables, se ve sujeto a mil tribulaciones que van desde el acoso sexual de su casera de físico ingrato hasta las presiones de un antiguo compañero de delito que le recuerda su deber moral de vengarse del hombre que decidió su larga condena.
Este nuevo Franz Biberkopf (Berlin Alexanderplatz) de gélida comedia noruega soporta con resignación el hastío de la libertad recién recobrada, la indiferencia de su ex mujer, el rechazo del hijo al que apenas ha tratado y la galería de personajes lánguidamente mafiosos que han sobrevivido a los viejos capos en jubilación forzada o llenos de achaques.
Ulrik debe rendirse a la evidencia: después de 12 años de reclusión, el mundo ha cambiado. El crimen no paga ya gran cosa, los asaltos se suceden sin convicción y con poco éxito, los códigos de honor están tan desvencijados como los gángsters que siguen apelando a ellos. El jefe Jensen, ilustración elocuente de esta decadencia, le recuerda: Si eres débil, me haces ver a mí muy débil, y todo mundo pasará encima de nosotros
. Sería más fácil salir de la mafia, podría uno concluir, que del tedio mortal que parece apoderarse de todos los personajes en la cinta.
La sexualidad se practica de modo rutinario y expedito, como la faena de Ulrik mecánico reparador de automóviles, muy de regreso de cualquier emoción real y de una vida de peligro. El protagonista, un hombre esencialmente bueno, espera de la existencia alguna sorpresa, un enamoramiento fugaz, el cariño filial recobrado, la posibilidad de perdonar y poder comenzar todo de nuevo.
El director Hans Petter Moland (Cero grados Kelvin, 1995) imagina los goces improbables de una reconciliación final (nuevos amaneceres, maternidad triunfante) en una sociedad que sin embargo no deja de considerar inhumana y mezquina. Esta contradicción no resuelta explica el carácter híbrido de este thriller inicialmente negro que desemboca, sin reparos, en el sentimentalismo.
Interpretado con sobriedad por Stellan Skarsgard (Rompiendo las olas, Lars von Trier), el personaje de Ulrik sostiene con brío esta cinta dispareja que se sitúa a medio camino entre la fórmula comercial y la extravagancia artística. Algo así como una cinta bien intencionada, pero sin mayor densidad dramática.