El viernes, penúltima noche del certamen, hubo fila de cinco horas para ver al catalán
El Centro Histórico impresionó al cantautor: este marco es tan bello, que no sé si podré concentrarme, dijo
Soy como el árbol talado que retoño; aún tengo la vida
, corearon miles
Domingo 1º de mayo de 2011, p. 6
Zacatecas, Zac., 30 de abril. “¡Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así…!” cantó Joan Manuel Serrat al inicio del penúltimo concierto del Festival Cultural de Zactecas, que hizo lanzar gritos emocionados a los ocho mil asistentes a la plaza de armas de esta ciudad, donde se instaló el escenario, frente a la Catedral de esta capital, en las faldas del cerro de La Bufa.
Se iniciaba la noche del viernes; conmovidos, los millares de asistentes dejaron escapar gritos de alegría –muchos hicieron fila cinco horas antes del concierto para no quedar fuera–, y se deleitaron con un prolongado recital del artista catalán.
Sereno, Serrat saludó tras su primera canción: La música... Este marco es extraordinario, tan bello que no se si podré estar concentrado en el concierto que tengo que dar, extasiado por lo que tengo frente a mis ojos. Si miro abajo, los veo a ustedes y me conmueven; si veo arriba está la Catedral y me emociono. Soy muy sensible para estas cosas
.
Con largos aplausos y vivas, la audiencia respondió a Serrat, y éste se dedicó a lo suyo. Con el acompañamiento musical de una pequeña orquesta, robó nuevamente el aliento de la muchedumbre: A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción...
Esos que se menean con nuestros gestos / echando mano a cuanto hay a su alrededor / Esos locos bajitos que se incorporan / con los ojos abiertos de par en par / sin respeto al horario ni a las costumbres / y a los que por su bien hay que domesticar.
Antes, al pie del escenario Miguel Alonso Reyes, gobernador de Zacatecas, había entregado al cantautor un reconocimiento especial por su participación en esta edición 25 del certamen.
Conmovido y consciente de la oprobiosa realidad cotidiana que viven los habitantes de esta región del país, donde los pasados cuatro años la inseguridad pública y la violencia arrebataron la paz a la otrora tranquila provincia, Serrat logró impregnar ánimo y esperanza a la población: “Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar / pasará haciendo camino, camino sobre la mar…”, y con Cantares, nuevamente llevó a los miles de visitantes y zacatecanos a corear sus canciones y a renovar el espíritu.
La clásica
Serrat no podía dejar de referirse a esa mujer que con su vestido de domingo, su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón, se sentó en un banco de la estación a esperar a que llegara el primer tren
; entonces, al unísono, los asistentes cantaron Penélope.
El catalán arrobó y exorcizó la ciudad. Abarrotada la plaza de armas, se olvidó así el negro capítulo que exactamente una semana atrás tuvo lugar en este Centro Histórico de Zacatecas, cuando, durante la Procesión del Silencio, el Viernes Santo, el sonido de varias detonaciones –presuntamente de armas de fuego–, provocó la estampida de miles de fieles católicos y una veintena de ellos resultaron lesionados y varios niños desaparecieron momentáneamente.
Esto quedó atrás por un tiempo con la actuación de Serrat, quien hizo cimbrar de emoción con su voz y sensibilidad al público: Para la libertad, sangro lucho y pervivo / Para la libertad, mis ojos y mis manos / como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos...
“… Porque donde unas cuencas vacías amanezcan / ella pondrá dos piedras de futura mirada / y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan / en la carne talada / Retoñarán aladas de savia sin otoño / reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida / Porque soy como el árbol talado, que retoño / aún tengo la vida.”