Lunes 2 de mayo de 2011, p. 26
El difunto Juan Pablo II dio un importante paso a la santidad el domingo en una ceremonia que congregó a cerca de un millón de personas, el número más elevado de fieles en acudir a Roma desde su funeral, hace seis años.
A continuación, algunos datos claves sobre el proceso de canonización en la Iglesia católica.
Según las normas de la Iglesia, han de pasar cinco años desde la muerte de una persona antes de que se inicie el proceso para la santidad. Pese a la reputación de una persona durante su vida, el proceso no puede comenzar hasta después de la muerte.
– El Papa que esté en el cargo tiene la autoridad de anular el periodo de espera de cinco años. El papa Benedicto XVI puso a Juan Pablo II en un camino más rápido hacia la santidad en mayo de 2005, apenas dos meses después de la muerte de su predecesor.
– Cuando el obispo local pone en marcha la causa
, el candidato a santo recibe el título de siervo de Dios
.
Entonces se designa a un postulador
que ayude a recopilar información sobre el aspirante a santo. El postulador también revisa prácticamente todas las palabras que haya escrito o dicho el candidato.
– Se requiere un milagro tras la muerte del candidato a santo para continuar con el proceso de beatificación. El milagro debe ser el resultado de que una persona haya pedido al aspirante que interceda por él ante Dios. Los milagros son habitualmente una sanación que los médicos no pueden explicar.
– El candidato puede entonces ser beatificado y declarado beato
de la Iglesia. Se exige otro milagro entre la beatificación y la canonización o adjudicación de la santidad.
– Parte del proceso de santidad se remonta a hace varios siglos. El proceso es detallado y a menudo largo. En los primeros años de la Iglesia, bastaba una simple aclamación.
En enero pasado, Benedicto XVI aprobó un decreto que atribuía un milagro a la intercesión de Juan Pablo II ante Dios y anunció que sería beatificado el primero de mayo.
– El milagro ayudó a la hermana Marie Simon-Pierre Normand, monja francesa a la que se le había diagnosticado Parkinson, enfermedad que también padecía el pontífice.
La religiosa dijo en junio de 2005 que se había curado de forma inexplicable tras rezar al Papa, quien había muerto hacía dos meses.