E
l nombre de Chalchihuites viene de la piedra verde chalchihuitl, que tanto estimaban los antiguos mexicanos...
, esto lo explicó en 1890 Carlos Fernández en relación con el nombre de unas minas ubicadas en lo que ahora es el estado de Zacatecas, que entre otras, producían esas piedras verdes que bautizaron la zona.
En 1908, por sugerencia del zacatecano Genaro García, director del Museo Nacional, el joven alumno de arqueología Manuel Gamio, fue comisionado para explorar la zona aledaña al rancho de Alta Vista, en donde se encontraba Chalchihuites. Buscaba confirmar si las civilizaciones que se establecieron ahí podían ser una transición entre las regiones del norte y las de sur. Gamio encontró importantes monumentos y cerámica de gran belleza y confirmó la incógnita que inquietaba a Genaro García, explicando con seriedad científica las razones en que se fundamentaba. Al recibir don Genaro el informe lo difundió entusiasmado en la prensa.
Ello llegó a oídos de Leopoldo Batres, el arqueólogo oficial de Porfirio Díaz, quien estaba trabajando en Teotihuacán, en donde, por cierto, se dice que hizo barbaridades en la restauración
de la Pirámide del Sol, ya que trabajaba sin ningún rigor científico. Al enterarse se dirigió muy molesto con Justo Sierra, quien era el secretario de Instrucción Pública, solicitándole que de inmediato se suspendieran las excavaciones de Chalchihuites, que él no había autorizado.
El joven Gamio regresó acongojado de haber tenido que suspender los trabajos que en corto tiempo habían dado tan ricos frutos. Hizo entrega de los objetos encontrados y presentó un detallado documento. Este trabajo le valió como tesis de maestría en la Universidad de Columbia, en Nueva York, a donde se trasladó a estudiar un año más tarde y fue publicado en los anales del Museo Nacional.
El sitio quedó prácticamente sin explorar por años, padeciendo serio deterioro, hasta que en la década de los 60 del siglo pasado un grupo de arqueólogos mexicanos y estadunidenses realizaron un amplio estudio de la región. En 1976 un grupo encabezado por los arqueólogos Charles y Ellen Kelly profundizaron las exploraciones en la zona que había excavado Gamio en 1908, realizando hallazgos significativos. Uno fascinante fue que chalchihuites era un importante centro astronómico mesoamericano, ya que su ubicación en el Trópico de Cáncer, lo convierte en el sitio ideal para observar el lugar en donde el sol finaliza su viaje hacia el norte y empieza su regreso hacia el sur.
A partir de esos años y hasta los inicios de la década de los 90 del siglo XX, el lugar no se trabajó y volvió a deteriorarse. En 1991 se reanudó la actividad consolidando las estructuras y se ampliaron las excavaciones, encabezadas por la arqueóloga Baudelina García Uranga, con la asesoría de Kelly. Se construyó un museo de sitio que permite apreciar los objetos encontrados recientemente.
Las investigaciones realizadas a lo largo de 100 años en Alta Vista, llevaron a Baudelina y a José Humberto Medina González, quienes han trabajado durante muchos años en la zona, ha escribir un libro que contiene los trascendentes resultados de ese centenario. La obra es en verdad notable ya que brinda la información a detalle y apoyada en excelentes imágenes. Ahora se están exponiendo en el vestíbulo del Museo de Antropología, en la pequeña galería llamada de la Media Luna, las piezas halladas por Gamio, que sorprenden por su calidad y belleza. Entre otras, una copa decorada con una estilizada águila con una serpiente en el pico.
No nos quedó más que ir a brindar emocionados por lo que habíamos visto. Nos fuimos a la cercana colonia Roma, a la avenida Veracruz 38, sede del Vecchio-Forno, en donde su dueño y cheff, el napolitano Luigi Cesarano, agasaja con sabrosuras de la cocina italiana: ricas pastas y ensaladas, pero la reina de la casa son las pizzas. Si va en grupo, le prepara la de medio metro con los ingredientes que se le ocurran y los que no, pues usa hasta peras y hojas de nabo.
