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El jueves pasado la banda tuvo como invitados a Chetes, Lo Blondo y LeBaron

Comenzó la gira unplugged de Zoé en el teatro Metropólitan; serán 10 conciertos

Se basó en el disco Música de fondo, clásico desenchufado de MTV, de reciente lanzamiento

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Con una mano en el pecho, León agradeció el cariño de sus seguidoresFoto Nerea Basterretxea
 
Periódico La Jornada
Sábado 14 de mayo de 2011, p. 8

El sonido del rock que escuchan millones de jóvenes de hoy en México, con sicodelia de fondo, así como dibujos animados para quienes gustan del cómic, fueron algunos de los elementos que hicieron posible que Zoé triunfara la noche de este jueves, en el teatro Metropólitan.

Fue la primera de 10 tocadas que tendrá Zoé en el foro de la calle Independencia. Las otras serán el 14, 15, 19, 20, 21, 25, 26 y 27 de mayo. Esto sólo es el principio, pues el volteón zoeísta será por muchas ciudades del país. En el Metropólitan, el boletaje ya está vendido. Claro, el pasado jueves la reventa estaba de a peso.

Nada iba a detener al público en su afán de divertirse al calor de las rolas del disco MTV Unplugged Música de fondo, que muestra a un Zoé con sus canciones más conocidas, pero con nuevos arreglos. De hecho, el set list del concierto siguió una especie de guión basado en esa producción discográfica.

Los muchachos recibieron bien a los invitados de Zoé: Chetes y LeBaron.

Jazmín Solar estará el 25 y Annie B Sweet, los días 20 y 21. Dorian, el 26 y 27.

Y ya no se sentaron

No me destruyas y Últimos días hicieron que los fans se levantaran de sus asientos para ya no sentarse. Los gritos de los de atrás para que dejaran ver fueron infructuosos. Total, es un concierto, ni modo de no bailar o brincar, o de no darse de besotes al calor de una frase llegadora.

Algunos niños hicieron suyo el show y corearon todas las rolas a los cuatro vientos.

Ayudados de un bastón, un grupo de treintañeros seguían la melodía y bailaban como si estuvieran en el tubo de un antro de vicio y perdición. Traían su onda, bebían cerveza y comían palomitas.

León, vocalista de Zoé, regularmente parco y escueto, se reventó unos pasos de baile cuando cantó Dead. Veneno fue como un escalón hacia arriba. Muchas gracias por todo este cariño, dijo, con la mano a la altura del corazón.

Infinito y Vía láctea provocaron una euforia alivianada. Un chavo estaba como en trance, con los ojos cerrados y coreando leve, suave y cadencioso. Su cuerpo era la sinuosidad total.

Poli y Love fueron tocadas como viene en el unplugged, lo cual habla muy bien del grupo, que no se ha clavado en la textura y da algo nuevo de lo viejo.

Paula, tema romántico, transportó a muchos a un cinco letras de corazones rotos o a momentos donde el clímax se denota con sudor. Zoé también alimenta la cultura del dolor, aunque su rock sea de sonoridad un tanto pacheca.

A León se le entiende lo que canta, pero cuando se pone de discursivo, no, porque arrastra las sílabas.

Zoé había prometido dar un concierto íntimo y lo cumplió en la medida en que en el teatro caben 3 mil personas. La gritería no tuvo nada de íntimo; es más, si hubiera habido velas los soplidos las hubieran apagado.

El momento edípico lo puso León cuando felicitó a las madres presentes, por la celebración de su día. Añadió que su progenitora estaba por ahí, pero que no la veía desde el escenario. Eso sí estuvo grueso. Era como hallar un aguja en un pajar.

El sonido, bien. Las luces robóticas, ídem. Claro, no faltó el comentario mordaz de quien hizo la comparación con lo visto en el concierto de dimensiones de circo romano de U2, en el Estadio Azteca. Ni al caso.

Un comentario halagüeño fue de Oscar, quien a sus 24 años señaló que el grupo de rock que más le gusta es Zoé: tiene todos sus discos y un póster.

Afuera, el éxito del grupo se traducía en infinidad de productos, desde camisetas hasta el mp3 pirata con toda su discografía de a 20 pesos. Tantos años y en 20 pesos. No hay derecho.

Muchos iban a ver a Denisse Lo Blondo, de Hello Seahorse!, quien cantó Luna, la última.

El concierto duró una hora y media, tiempo suficiente para que los músicos se repongan físicamente, puesto que apenas fue el primero de los 10 toquines en el Metropólitan.

A vuelo de pájaro, en la salida, un grupo de jóvenes se decía que los Caifanes fueron lo que hoy es Zoé.