Opinión
Ver día anteriorMartes 17 de mayo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Y ahora qué…
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a mayor zona económica del mundo es la Unión Europea. Pero por ahora, aunque se trata de un ahora tan dilatado que no se le ve fin, muestra cada vez más fracturas; Japón continúa sin hallar una ruta sólida para el largo plazo, y el flamazo de la recuperación económica en Estados Unidos está claro que fue eso: un flamazo. En tanto el ritmo de crecimiento de la inversión productiva china se agotará en unos tres años más. El conjunto combinado de esas desdichas pinta un panorama futuro para el corto y mediano plazo desafortunadamente ominoso para la economía mundial como conjunto.

Que Grecia, Portugal y España se vieran obligados a salir del euro sería un descalabro para la UE, pero permanecer en el euro les representa un costo insoportable en términos nacionales. Grecia y Portugal han sido salvados por la UE y el FMI, es decir, han puesto millonarias cantidades de recursos financieros para enfrentar los embates de los especuladores a sus deudas soberanas, pero no hay indicadores que muestren que tienen capacidades para echar andar nuevamente sus economías y además enfrentar deudas astronómicas por quién sabe cuántos lustros.

España ha llegado a 25 por ciento de desempleo, es decir, uno de cuatro españoles que buscan trabajo no lo encuentran. Esa es la proporción que el desempleo alcanzó en lo más profundo de la crisis de 1929 la economía estadunidense. Es previsible que la corriente migratoria que desde el miserable tercer mundo se desplazaba a España tienda a disminuir probablemente de manera drástica. Portugal cuenta con una corriente de inmigrantes provenientes principalmente de Brasil, a la que le ocurrirá lo mismo.

Dinamarca se ha percatado de esos hechos, y su muy rica pero pequeña economía –que ha enfrentado exitosamente la crisis– no puede darse el lujo de recibir el embate de una migración como la que recibe España, que muy probablemente podría acrecentarse en el futuro cercano por las tendencias contractivas de la economía mundial que ya se advierten en el horizonte. No es extraño, así, que Dinamarca haya decidido salirse del Acuerdo de Schengen –firmado en 1985–, que rige el espacio multinacional del mismo nombre.

El acuerdo constituyó uno de los pasos más importantes en la historia de la construcción de la UE, y tuvo como objetivo finalizar con los controles fronterizos dentro del espacio de Schengen homologando dichos controles.

Si las sociedades de Portugal, Grecia y España, terminan rebelándose frente a los draconianos ajustes derivados de la crisis, empeorados por un probable regreso a las profundidades de una recesión acentuada, y si, como sería explicable, otros países –especialmente del norte europeo– abandonan el espacio Schengen, la UE se verá tambaleada aún más, peligrosamente.

En tanto, el gobierno mexicano, ocupado como está en la sucesión presidencial y en defenderse de una sociedad cada vez más indignada por la sangrienta política anticrimen organizado, no toma nota de los nubarrones del futuro. Al menos eso se desprende del optimismo carstensiano (que no cartesiano). Según señala el Banco de México en su informe de la inflación al primer trimestre de 2011, las cosas van así: ...en relación con la demanda interna, los indicadores oportunos del consumo privado muestran que éste sigue registrando una tendencia positiva. De hecho, para el periodo objeto de este informe se estima que este agregado alcanzó niveles similares a los observados antes de la crisis global. Por su parte, la inversión ha mostrado signos más claros de reactivación en los meses recientes [aunque] se ubica en niveles inferiores a los observados previo a la crisis....

Por supuesto Carstens no se hace cargo de que la venta de autos nuevos en México –uno de los principales indicadores a escala mundial, tanto de la confianza del consumidor como del nivel de consumo mismo, porque se trata de artículos no indispensables—, señala que en abril de 2011, a pesar de un incremento en las ventas respecto de abril de 2010, todavía se ubican 20 por ciento debajo de los niveles alcanzados en el 2008 (www.cooleremail.net/users/tendencias/library575.pdf).

El informe del Banco de México sigue: ...la evolución del gasto interno refleja el hecho de que varios de sus determinantes continúan mostrando una recuperación. En particular, la masa salarial real del sector formal de la economía ha mostrado un aumento importante, reflejando principalmente los mayores niveles de empleo en ese sector....

Tendencias Económicas comenta con razón: “es muy lamentable que el Banco de México, con su carácter de autonomía del Poder Ejecutivo, use indicadores que no reflejan la realidad. El concepto de ‘masa salarial real’ es uno de ellos. Se obtiene el sueldo promedio registrado en el IMSS, se le quita la inflación y se multiplica por el número de afiliados al IMSS. [Sería] un buen indicador si más de 80 por ciento de la PEA [tuviera] un trabajo formal, como sucede en los países desarrollados. Pero en México 50% de los empleados no tiene un empleo fijo y, en cambio, la tasa de desempleo es de 5 por ciento, es decir 45 por ciento de los mexicanos que trabajan obtiene sus ingresos de la informalidad”. ¿Cómo pueden dar por buenos resultados referidos sólo a la mitad de los trabajadores?

Y ahora qué: frente a un futuro que se anuncia más ominoso ¿seguiremos en la Luna?