El diplomático de 60 años tiene experiencia en el combate al crimen organizado
Actualmente es enviado adjunto en Afganistán y estuvo involucrado en un escándalo en Argentina
Miércoles 25 de mayo de 2011, p. 15
Buenos Aires, 24 de mayo. La administración del presidente Barack Obama pidió este martes al gobierno de México el beneplácito como su nuevo embajador para Earl Anthony Wayne, actual embajador adjunto en el invadido Afganistán, y bajo cuya gestión como representante de su país en Argentina se acusó a la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner de recibir financiamiento electoral del mandatario venezolano Hugo Chávez, imputación que nunca se comprobó.
Wayne, de 60 años y quien inició su carrera diplomática en Marruecos en 1975, no tiene antecedentes directos que lo relacionen con México; sin embargo, cuenta con experiencia en desarrollo económico y combate al crimen organizado. Está casado y tiene una hija y un hijo.
Wayne es un diplomático de mucho peso y bien respetado entre los diplomáticos estadunidenses, que ha tenido varios cargos de importancia sobre todo en temas económicos
, dijo en Washington el director del proyecto México del Centro Woodrow Wilson. Entre 1989 y 1991 fue director de asuntos regionales para acciones antiterrorismo.
Su paso por Argentina, donde estuvo de fines de 2006 a junio de 2009, dejó un recuerdo de fuertes tensiones, especialmente por algunas maniobras de la inteligencia de su país, que intentaron golpear duramente al gobierno del ex presidente Néstor Kirchner y luego el de su esposa Cristina Fernández.
Su polémico paso por Argentina
Wayne llegó cuando la relación entre ambos países se había deteriorado después de la Cumbre de Las Américas en la que Kirchner como anfitrión dijo no
al Área para el Libre Comercio de las Américas (Alca), nada menos que al ex presidente George W. Bush, en representación del bloque del Mercado Común del Sur (Mercosur) y su asociado Venezuela.
Una serie de asuntos sensibles se había instalado en la agenda bilateral cuando Wayne llegó para potenciar las inversiones de su país
y temas como los de Haití y Bolivia y especialmente la misión de limar las relaciones muy cercanas de Argentina con Venezuela.
Pero el gran detonante fue el hecho de que la aduana argentina incautó el 4 agosto de 2007 una valija que llevaba el empresario estadunidense-venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson con 800 mil dólares, en una maniobra en que –como se supo después– estuvo implicada la Agencia Central de Inteligencia estadunidense.
El 18 de diciembre de 2007 la situación tocó puntos límites cuando el entonces canciller argentino Jorge Taiana citó a Wayne para plantear el malestar de su gobierno por las afirmaciones de un fiscal estadunidense en Miami, quien sostuvo, sin ninguna prueba, que ese dinero estaría destinado a la campaña electoral de Cristina Fernández, enviado por el presidente venezolano Hugo Chávez.
La relación empeoraba porque la justicia estadunidense no respondió a la demanda argentina que reclamó en septiembre de 2007 la extradición de Antonini –quien había huido a Miami– por el delito de contrabando, a lo que se agregaría el de lavado de dinero.
Todo lo actuado en Miami resultó en un escandaloso juicio que intentaba afectar a la presidenta, quien asumió su cargo el 10 de diciembre de 2007 y que tres días después denunciaba una operación basura
y una maniobra de inteligencia
por parte de Estados Unidos destinada a disciplinar
a su gobierno, por sus posiciones de política exterior.
Los intentos de involucrar al presidente Chávez, sin prueba alguna, llevaron a ambos gobiernos a denunciar una campaña de guerra sucia que finalmente terminó acercando a ambas administraciones y enfrentando a varios países de la región con Washington.
Otro momento clave se produjo el 11 de octubre de 2008 cuando nuevamente el canciller Taiana citó a Wayne ante la acción intimidatoria
de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) contra una testigo argentina, la ex agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria María del Luján Telpuk, citada en una corte de Miami, quien denunció que ese organismo de inteligencia le había ofrecido asilo y trabajo si cambiaba su testimonio, para ayudar a la posición de la fiscalía en sus acusaciones contra Argentina. Fue uno de los periodos más tensos en las relaciones bilaterales.