De la misma manera en que el apego a los principios le ha acarreado a La Jornada antipatías sostenidas, también ha colocado al diario como punto de referencia en México y el extranjero. Producto de ello fue la decisión de Wikileaks y de su fundador, Julián Assange, de ofrecer a este diario los cables del Departamento de Estado de Estados Unidos para presentarlos como información al público, aseguró Carmen Lira Saade, directora de esta casa editorial.

En su mensaje a la comunidad de accionistas de Demos, Desarrollo de Medios, SA de CV –empresa editora de este diario–, con motivo del informe de labores 2010-2011, destacó que la confianza de los lectores en La Jornada sigue siendo su activo más importante en momentos en los que la crisis económica ha obligado al cierre de decenas de periódicos en importantes ciudades del mundo.

“Fuimos el sexto medio en el mundo que se incorporó a esta tarea, después de The Guardian, Le Monde, The New York Times, Der Spiegel y El País; el segundo en español y el primero en América Latina”, apuntó.

La tarea de explorar, procesar, redactar y editar ese material, compuesto por cerca de mil 900 documentos en inglés, y con una extensión total cercana a las ocho mil páginas, ha implicado la creación de un grupo de trabajo y la adquisición de equipo de cómputo dedicado exclusivamente a esa tarea, que se ha traducido, hasta el momento, y desde febrero pasado, en unos 70 reportajes, notas, artículos y editoriales que han causado un impacto definitivo en la opinión pública y en la clase política del país.

“Esa información confirma, de manera irrefutable, procesos que se habían venido señalando desde diversos sectores y desde nuestras propias páginas, como la pérdida de soberanía, el involucramiento de Washington en la guerra contra la delincuencia declarada por Felipe Calderón, la descomposición y la rivalidad entre las diversas entidades gubernamentales y la creciente e indebida influencia de poderes fácticos –empezando por la propia embajada estadunidense– en la vida republicana de México”, aseveró.

Carmen Lira mencionó también, en su mensaje a la comunidad de accionistas, que uno de los mayores logros de La Jornada ha sido mantener el equilibrio financiero, sin recurrir a la solución de los despidos masivos o de afectaciones al salario de sus trabajadores. Gracias a ello podemos desempeñarnos con plena libertad y fidelidad a nuestros principios éticos y profesionales.

La Jornada ha optado por mantenerse fiel a sus principios fundacionales y a su compromiso de dar a sus lectores –y a la sociedad en general– información responsable y elementos de reflexión. Durante años, añadió, en las páginas de este diario se ha informado sobre el saqueo financiero que las instituciones bancarias practican en contra de las sociedades; sobre la ofensiva patronal que se esconde o se exhibe en los programas neoliberales allí donde se aplican, y sobre el secuestro de las democracias formales de los poderes corporativos.

“Sabemos, porque lo hemos atestiguado y contado en décadas de ejercicio periodístico, que en México el principal riesgo de violencia hacia la población ha provenido, históricamente, del poder público y de sus ramificaciones informales: cacicazgos, complicidades político-empresariales, dirigencias sindicales charras, grupos parapoliciales o paramilitares, cuando no designios de funcionarios para lanzar a efectivos de las fuerzas armadas contra grupos específicos de población. Sabemos, en fin, cómo se ha gestado esta circunstancia catastrófica, pero no sabemos cómo va a terminar”, apuntó.

Durante la asamblea de accionistas se aprobó por unanimidad el informe que presentó el presidente del consejo de administración, Hugo Gutiérrez Vega, así como el informe que presentó el comisario del mismo, Luis Linares Zapata.