n la colonia que se desarrolló a mediados del siglo XIX, en potreros que habían pertenecido al Colegio de Propaganda Fide de San Fernando, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada inauguró en 1873 la estación de Buenavista. De aquí partió a la medianoche de un frío día de febrero el primer tren rumbo a Veracruz. La estación original, una bella estructura de hierro, tipo la Torre Eiffel, fue remodelada en los años 20 del pasado siglo y demolida en 1958. A medio kilómetro se construyó la estación que muchos recordarán. Era emocionante llegar al anochecer a tomar el tren, cenar en el vagón comedor y después acostarse en una litera resguardada por cortinajes, para despertar en el sitio de llegada, quizá Veracruz, Oaxaca o Zacatecas. Esta grata manera de viajar desapareció totalmente en 1999, con la venta de Ferrocarriles Nacionales a compañías extranjeras que, supuestamente, los sustituirían por modernos trenes tipo europeo. ¿Dónde están?
Llendo a cosas gratas, en parte del predio que ocuparon las instalaciones de la estación de Buenavista, se construyó la nueva Biblioteca Vasconcelos, que abarca un área de casi cuatro hectáreas. Una tercera parte de las cuales está ocupada por el inmueble, que se encuentra rodeado por un jardín botánico que aisla a la biblioteca del ruido. El espacio, un tanto descuidado, tiene, sin embargo, un gran encanto y es agradable recorrerlo.
La obra la realizó el arquitecto Alberto Kalach y su equipo, quienes participaron en un peliagudo concurso en el que contendieron con alrededor de 500 proyectos de arquitectos mexicanos y extranjeros. El proyecto es extaordinario, no obstante todos los contratiempos que padeció para lograr concluirse y los problemas de funcionamiento y acabados que aún padece.
La estructura interior está colgada de la estructura exterior, lo que permite que la planta arquitectónica sea libre, de tal manera que la construcción se basa en un sistema suspendido, de donde la estructura, literalmente, cuelga. El edificio, que de acuerdo con la concepción de los arquitectos, emula a un organismo vivo, está modulado en tres secciones. Tiene 270 metros de longitud y 28 metros de altura. La luz que penetra por las paredes de cristal le brinda una suave luminosidad. Tiene tres niveles superiores, una planta baja y un sótano para estacionamiento. Los libros están situados en una serie de libreros colgantes, ubicados en la parte central de la estructura. La vista desde el vestíbulo es espectacular, ya que permite apreciar el juego de dobles y triples alturas. En el tercio central es donde se alcanza una altura libre de 28 metros. El piso es de granito y los acabados, en madera rojiza.
Al centro del vestíbulo impacta el enorme esqueleto de una ballena gris de 12 metros de largo, que flota entre los estantes de libros. La escultura es una creación del artista visual Gabriel Orozco, quien utilizó los restos de un cetáceo que fue hallado prácticamente completo en la Reserva de la Biosfera de Vizcaíno, en Baja California Sur.
La biblioteca tiene un aforo de cuatro mil 783 usuarios simultáneos, con cuatro mil lugares de lectura, 750 computadoras conectadas a Internet y tiene préstamo a domicilio.
Si bien su acervo inicial fue de 500 mil volúmenes, se tiene proyectado que crezcan hasta el millón y medio los textos de consulta. Es también un centro de cómputo y telecomunicaciones que enlazará en un futuro cercano a las más de siete mil bibliotecas estatales y municipales que funcionan a lo largo del país y que constituyen la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.
Y ya nos dio hambre, así es que vamos a la cantina a donde iban los ferrocarrileros de Buenavista: La Única de Guerrrero, situada en el número 250 del eje vial del mismo nombre, se fundó en 1933. Hoy tiene espacios para todos: cantina, familiar, infantil, fumador, salones. Los fines de semana puede echar bailongo. Hay desde buenas tortas y comida típica de cantina hasta filete Cordon Bleu.
