Confiesa el político conversaciones inapropiadas
con jóvenes en Twitter y Facebook
ciberescándalo sexual
conversaciones inapropiadascon seis mujeres en las redes socialesFoto Ap
Jueves 9 de junio de 2011, p. 31
Nueva York, 8 de junio. Otra figura pública, otro escándalo sexual, otro debate nacional sobre los hombres en el poder y sus deseos carnales aparentemente incontrolables.
Pero esta vez no fue un potencial presidente de Francia, ni un ex candidato presidencial, sino un influyente legislador federal que se perfilaba (hasta ahora) como el favorito para ser el próximo alcalde de Nueva York, y cuya esposa es asistente de alto rango y amiga de la secretaria de Estado Hillary Clinton. La boda de la pareja, que se casó hace 11 meses, fue presidida por el ex presidente Bill Clinton (otro experto en escándalos sexuales).
Anthony Weiner, representante federal demócrata liberal, enfrenta llamados a renunciar de republicanos y también de sus colegas de partido. El líder demócrata del Senado Harry Reid resumió el sentir del liderazgo del partido ayer: quisiera encontrar la manera de defenderlo, pero no puedo
. Y hoy los primeros demócratas se sumaron al coro por su renuncia, poniendo en jaque la carrera del político reconocido por su inteligencia y defensa de causas liberales, así como por tener amigos influyentes, desde los Clinton a estrellas de cine como Matt Damon, todos los cuales hoy guardan silencio.
Pero este escándalo sexual tiene una gran diferencia con los otros que han captado la atención del mundo en tiempos recientes: todo ocurrió en el ciberespacio. Como expresó la columnista Joanna Malloy, del New York Daily News: Ay, ¿que tan bajo podemos llegar? ¡Un escándalo sexual sin sexo!
Ahora se ha desatado un intenso debate en los noticieros y programas de comentarios sobre si las relaciones cibersexuales pueden ser catalogadas como infidelidades, si se trata o no de sexo, o algo así.
Como casi en todos los escándalos de este tipo, el peor daño político no fue el hecho de tener una aventura sexual, sino el intento de encubrirla. Después de días de evadir, negar y mentir sobre sus intercambios, el lunes pasado, en una conferencia de prensa en un hotel de Nueva York, entre lágrimas y titubeos, Weiner confesó que “a lo largo de los últimos años, he participado en varias conversaciones inapropiadas conducidas por Twitter, Facebook, correo electrónico y ocasionalmente por teléfono con mujeres que he conocido online”, declaró. No sé qué estaba pensando
, agregó, al señalar que fue destructivo
. Subrayó que no había tenido contacto físico con ninguna de ellas.
Entre las –por lo menos– seis mujeres, está una encargada de una mesa de apuestas en Las Vegas, una ex estrella porno y dos universitarias. Las imágenes enviadas por Weiner han dado la vuelta al mundo: una es de su pecho sin camisa mostrando el gran físico (al parecer) del político de 46 años, y tal vez la favorita de los cómicos que no han podido dejar de obsesionarse con este asunto, un close-up de sus calzones con el perfil de su pene.
Peor aún (o al contrario para los cómicos), el apellido de Weiner es casi idéntico (y se pronuncia igual) a un término que usan los niños y adolescentes para referirse al órgano masculino que es el mismo de una salchicha: wiener. Así, el escándalo fue bautizado casi de inmediato como Weiner-gate.
Todo empezó la noche del 27 de mayo cuando, por error, Weiner envío la foto de sus calzones a una universitaria en Seattle por su cuenta de Twitter, pensando que era privado. Se dio cuenta que ingresó a su cuenta pública, intentó borrarla, pero ya era demasiado tarde y la imagen ya se había distribuido por Internet. Con los días, gracias a un activista derechista, aparecieron más imágenes, y el escándalo culminó con su confesión el pasado lunes.
Maureen Dowd, columnista del New York Times, comentó que es cierto que el cibersexo tiene menos riesgos, como enfermedades, pero está el riesgo de exponerse, en todos sus sentidos, y arruinar tu vida real ante un público mundial. Eso es de lo que Weiner, quien se entrampó en una telaraña de mentiras atroces aun para el Capitolio, se está enterando
.
Ahora, Weiner se suma a la creciente lista de figuras que por sexo han caído desde los altos del poder, como los Dominique Strauss-Kahn, ex gobernadores como Eliot Spitzer y Arnold Schwarzenegger, ex senadores como John Ensign y ex candidatos presidenciales como John Edwards, entre tantos más. Y la interrogante que circula entre expertos cada vez más es ¿que pasa con hombres en el poder y el sexo? Tal vez es algo en el agua. ¿O no podría ser un complot por mujeres para destruir a hombres influyentes, románticos y decentes?