Blindaje inédito, ¡gulp!
Riesgo de balacera
Luis Felipe Bravo, pena
Comandante Ebrard
os jinetes de la tormenta atacan de nuevo. Los doctores del equívoco anuncian con su acostumbrada solemnidad fallida que las eventuales pulmonías internacionales quedarán una vez más en simples catarritos mexicanos. Que nadie se llene de pánico: la secretaría electoral de hacienda hace saber que su titular en campaña ha decidido en sus ratos libres (es decir, los que le sobran después de realizar sesiones de proselitismo) que a México le conviene blindarse
frente a ciertos riesgos que por allí ha detectado a nivel global el Fondo Monetario Internacional, al que, por cierto, busca dirigir otro mexicano que no encuentra mejor manera de aplicarse a la atención de los problemas de su nación que viajando por el mundo con cargo al erario, obviamente, para promover su candidatura poco favorecida por los factores que realmente deciden el destino del mencionado fondo.
La realidad es dura, según el informe del FMI a cuya letra ha reaccionado el gobierno mexicano (su título: La desaceleración de la economía mundial será temporal, pero es necesario llevar a cabo ajustes
), pero en la administración felipista sobran improvisaciones casi poéticas. Frente a la posibilidad de que se descompongan las economías del mundo, por la debilidad imprevista en la actividad económica en Estados Unidos y la volatilidad financiera causada por inquietudes en torno a la profundidad de los retos fiscales en la periferia de la zona del euro
, el felipismo-corderismo no sólo echa mano de un término que ha sacralizado, blindar
, que a su pura verbalización provoca el efecto propagandístico de instalar en los emisores la convicción de que nada malo podrá suceder (aunque en los rejegos receptores suele suceder todo lo contrario, acostumbrados los mexicanos a leer en sentido inverso las declaraciones, profecías y promesas de sus autoridades crónicamente blindadas contra la verdad). También se ha utilizado en esta ocasión un adjetivo de lujo: la estrategia del Cordero del PAN contra los desajustes por venir es inédita
, y ya con ello ha de concederse que debe ser inteligentísima, efectiva a más no poder y casi de exportación, como otras medidas que el calderonismo ha habilitado por allí y luego clasifica como nunca vistas, cosechas especiales de la casa.
El anuncio del blindaje y las estrategias inéditas no generan confianza ni certezas porque, entre otros ingredientes generadores de suspicacias, el secretario de Hacienda y el gobernador del Banco de México traen la cabeza sumergida en asuntos electorales y porque en el propio bando blanquiazul se viven rencillas internas muy significativas. Allí está, para no ir más lejos, el profeta Fox que, enfurruñado porque lo han hecho a un lado en la toma de decisiones del partido que presuntamente está en el poder (se habla del PAN), insiste en augurar que en el estado de México ganará el PRI, lo que será sintomático de lo que puede suceder en 2012, cuando, según ha hecho saber el esposo de la señora Marta (que ahora se dedica a regalar bandas de tres colores, de recuerdo, a los asistentes al restaurante que tienen en San Cristóbal), no asistirá a actos de campaña a apoyar a su partido (el PAN, no el PRI) porque asegura que tiene mucho trabajo en su monumento al ego y a la corrupción que ha denominado Centro Fox.
El primer damnificado por el reiterado revanchismo declarativo de Chente es el candidato del PAN a gobernar el estado de México, Luis Felipe Bravo Mena, que no ha podido recuperarse del mal parto político del que surgió para esta contienda, como plato de segunda mesa, virtualmente de reserva, en caso de que no se cumpliera el proyecto de alianza entre PRD y PAN que hace meses parecía caminar sobre rieles. A ese mal posicionamiento original ha agregado el jefe yunquista un desempeño errático, que primero parecía condescendiente con Alejandro Encinas, como si el adversario a vencer fuera el priísta ahora tan conocido por sus chapitas, y luego pasó a una furibunda obsesión contra el perredista, lo que en resumidas cuentas acaba favoreciendo al candidato de Peña Nieto. Bravo Mena no ha levantado vuelo (por sí mismo o porque así lo han decidido quienes empujaron y sostienen su desfondada candidatura) y, a menos que a última hora y en extraños arreglos confidenciales se produjera una declinación en favor de Encinas, es decir, una alianza de facto, los sufragios que el ex secretario particular de Los Pinos reciba ayudarán a Eruviel Ávila en cuanto dividirán el voto opositor.
Pero... chitón. Nadie haga ruido. Los genios y estrategas de la política mexicana están pensando. Los priístas, a la espera del nuevo golpe policiaco-militar pinolero, tratando de adivinar quién será el nuevo tricolor en pisar aunque sea provisionalmente la cárcel. Los panistas, en busca de un candidato o candidata de verdad, atenidos a los retorcimientos de su jefe real, que cada vez se encierra más en sí mismo. Los lopezobradoristas, atentos al desenlace del pleito bipartidista que pretende relegarlos a un tercer lugar, con el perredismo chucho-ebrardista a la desesperada busca de maniobras que les restituyan nivel de competencia.
Y, a propósito de Ebrard, el presidente provisional de la República Policiaca de la Conago se ha impuesto relucientes medallas en la casaca a propósito de la campaña discriminatoria, clasista y violatoria de garantías constitucionales que desde su peculiar visión de izquierda ha empujado en coordinación con los gobernadores estatales. Efectista e insostenible, la operación Conago 1 pretende demostrar que las policías estatales no son las cuevas de delincuentes con charola que protegen a uno u otro bando de la delincuencia, como arguyen los federales que practican las mismas distorsiones pero pretenden sacar del mercado a sus competidores locales. Luego de una semana de ensayo, Ebrard ve tan buenos resultados que analiza la posibilidad de proponer a sus colegas que mantengan de manera permanente las acometidas que sólo significan una formulación distinta de la misma desgracia verdadera de nuestro país. ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx