En el primero de los dos conciertos de la segunda Muestra internacional de jazz ciudad de México, el acento sonoro recayó en el jazz latino, interpretado por cuatro propuestas y una sorpresa: la actuación de Arturo Sandoval, quien ayer cerró esta fiesta en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Abrió Aarón Cruz, el bajista y contrabajista más destacado de la escena musical mexicana, ha formado parte de proyectos como el Quinteto de Iraida Noriega, el Trío de Cristóbal López, Tritonia, Santilla CruzHecht Jazz Trío, el Trío de Emmnanuel Mora, el Quinteto de Eduardo Piastro y el Cuarteto de Alejandro Campos. Estos son sólo algunos.

Con Eugenio Toussaint –fallecido el pasado 8 de febrero–, Aarón Cruz mantuvo una relación profesional que considera decisiva y entrañable. La noche del pasado viernes, Cruz mostró sus avances como intérprete, con cuatro piezas que duran entre siete u ocho minutos, cada una: Libélula, Atuua y Aves de agua, las tres de David Aguilar, y Eco, de Eugenio Toussaint.

Los aplausos fueron testimonio de que la muestra se inició con un nivel alto. Lo acompañó Jorge Servín, en la batería, entre otros.

Luego entró al escenario Caribe Pacífico, numerosa orquesta que provocó los primeros bailes entre el respetable. Su interpretación de África fue una fiesta de percusiones. El proyecto es del incansable Pepe Hernández, quien, con sus compañeros, se ha propuesto mostrar la raíz musical caribeña y negra del Pacífico, con marcado toque jazzístico.

Toda su potencia se debe a la contribución de solistas como Alex Infanzón, al piano; Leo Muñoz Corona, en las percusiones; Pedro Julio Avilés, en los saxofones alto, barítono y soprano; Otis Ganceda, en el sax tenor, y Alfredo Pino e Israel Tlaxcaltécatl en las trompetas.

Siguió Tlaxcaltécatl Latin Jazz, agrupación que nació como taller familiar formado por Raymundo Tlaxcaltécatl Zane en abril de 1992.

Lo que se escuchó fueron algunos arreglos del pianista Efraín López a temas tradicionales y un inédito de él mismo.

La noche deparaba para temas tradicionales y para la invitación a Ramsés al palomazo de lujo. Ha tocado para la banda de Rubén Blades; percusionista de varias estrellas, figura en su carta de presentación.

Se despidieron con una versión chévere de Take Five que hizo mover los esqueletos.

Lo que siguió fue el acabóse: Ed Calle, saxofonista de cinco estrellas, a quien se ha criticado por elaborar jazz ligth, opinión injusta, por la respuesta del público reunido esa noche, entre el cual se hallaban conocedores nada complacientes. Tocó una muestra de versatilidad en bebop, jazz latino y contemporáneo, así como pop.

Lo acompañó la Music Big Band, dirigida por Armando Cedillo, que mostró el excelente nivel de los músicos mexicanos. Algunos iban comprobar si era cierto que Ed era muy chipocles. Los dejó con el ojo cuadrado.

Todo parecía que así iba a acabar, pero Calle, nacido en Venezuela, quien a los tres años fue llevado a España y actualmente radica en Miami, anunció la mayor sorpresa de la noche: un súper palomazo de Arturo Sandoval, uno de los fundadores del grupo cubano Irakere.

La noche se calentó, aunque afuera hacía frío. Los maestros internacionales se escucharon explosivos. Con todo su poder de latin jazz. Por si fuera poco, se sumó a esa agrupación el extraordinario guitarrista Gil Gutiérrez.

El maestro Calle cerró con la Music Big Band –entre aplausos y gritos– con Isla urbana, una de sus creaciones.

El Sindicato Único de Trabajadores de la Música del Distrito Federal, instancia organizadora junto con la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrit Federal, entregó un reconocimiento a los participantes.