na observación muy fácil de realizar en estos días es que todos los políticos mexicanos, especialmente si se encuentran en medio de una campaña para obtener el voto ciudadano, ofrecen de manera reiterativa, y muy enfática, que van a enfrentar y resolver los problemas de la educación en nuestro país. Prometen crear gran cantidad de escuelas y universidades, y que todos los jóvenes tendrán acceso a ellas… muchas becas. Es más, hasta son capaces de firmarlo ante notario público, como ha ocurrido en las elecciones recientes en el estado de México. El énfasis con el que se refieren al tema es tal, que pareciera que este propósito lo llevaran impreso en sus propios genes. Con una clase política tan decidida a realizar todas las acciones que se requieran en esta materia, uno se pregunta por qué entonces México es una de las naciones en el mundo con el mayor atraso educativo en todos sus niveles y presenta un rezago tan grande en materia de ciencia y tecnología.
Hay varios aspectos interesantes en esta contradicción. Las promesas que hacen los políticos tienen como virtud (quizá la única), que reflejan fielmente lo que la gente anhela. México es un país de enormes desigualdades. Todos queremos que nuestros hijos sean mejores que nosotros y la educación puede ser una vía para que esto ocurra. Los aspirantes a ocupar algún puesto (presidente, gobernador, o lo que sea) ofrecen a los votantes lo que éstos quieren oír. Pero, más allá de los verdaderos propósitos de los candidatos y sus partidos, lo que resulta importante, en mi opinión, es que lo anterior revela que en la población mexicana existe un enorme deseo de avance en el terreno educativo, lo que constituye una base social tremenda para recuperar el tiempo perdido y emprender de forma decidida una auténtica revolución educativa y científica. En este sentido hay gran sabiduría en el pueblo de México, que contrasta con la ignorancia de los políticos, pues hay muchas pruebas en el mundo actual de que las posibilidades de desarrollo descansan en la educación y la ciencia.
La mayoría de los políticos conocen el deseo del pueblo por la educación y lo utilizan como promesa que nunca se verá cumplida o como chantaje. Un ejemplo: cuando el licenciado Felipe Calderón buscaba la participación de compañías extranjeras para la exploración y explotación petrolera en aguas profundas del Golfo de México, en sus mensajes señalaba que, de aprobarse su iniciativa, podrían construirse nuevas universidades y no habría jóvenes sin acceso a ellas. La desnacionalización del país a cambio de educación.
La actual generación de políticos no acaba de nacer, y sus partidos y algunos de ellos han ocupado ya posiciones de poder. Me refiero principalmente a los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI). Lo que han hecho en materia educativa y científica es lamentable. ¿Por qué ahora aparecen tan comprometidos con el avance educativo y científico si antes no hicieron nada que pudiera colocar a nuestro país en una posición más ventajosa? Incluso algunos partidos que no han gobernado aún, como el Nueva Alianza (actual aliado del PRI en el estado de México), carecen de confiabilidad en este campo, pues su dirigencia ha participado decididamente en el desastre educativo que hoy vivimos.
Es muy importante reconocer que hay de políticos a políticos y, salvo en algunos casos locales, como el Distrito Federal, la izquierda no ha tenido la oportunidad de gobernar a nivel federal y expresar de forma amplia sus propuestas en materia educativa, por lo que si bien no hay una certeza, al menos existe una esperanza.
La derecha, bajo sus múltiples formas partidarias, ha demostrado su incapacidad de conducir al país por el camino de un auténtico progreso. Se comporta como aldeana y depredadora, mientras otras naciones en el mundo se agigantan. El mundo avanza y nuestro país retrocede. En el camino se ha ido abriendo una brecha que cada día es más difícil de superar. No voy a poner de ejemplo a naciones como Finlandia o Suecia, pues México tiene más de 100 millones de habitantes, pero sí a países como Brasil en nuestro propio continente, o Rusia, India y China en otras latitudes, que han apostado decididamente por la educación y la ciencia y ocupan ya un lugar muy importante a escala global que comienza a reflejarse en el nivel de vida de sus pueblos.
La mayoría de los políticos mexicanos sigue mintiendo, utilizando las necesidades más sentidas del pueblo en su propio beneficio. Por ahora, no queda más que exigirles que cumplan sus promesas en materia educativa, o de lo contrario, que los notarios públicos se lo demanden.