Patrimonio incierto
Novilladas de trámite
Atractiva feria en Huamantla
ás que en lugares comunes tendrán que pensar los entusiastas aficionados que aspiran a que la no siempre autónoma Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura reconozca cualquier día de estos a la fiesta de los toros como patrimonio cultural inmaterial de México, una vez que su gobierno federal en turno previamente se atreva a reconocerla como tal.
No se trata sólo de invocar una tradición con 485 años de existencia, así como sus implicaciones identitarias, culturales, económicas, artísticas e idiosincrásicas y su vinculación con la memoria colectiva, sino también de explicar la enajenación y el deterioro actuales de esa tradición, hace tiempo en unas manos cuya única cualidad es el dinero, no su sensibilidad taurina y sociocultural con respecto a esa tradición y la comunidad donde está inmersa.
El divorcio brutal entre la pobre oferta de espectáculo por parte de los llamados empresarios, las hoy desconocidas apetencias de un público cada vez más desinformado en materia taurina y la absurda ausencia de políticas de salvaguarda del Estado mexicano hacia la fiesta de los toros, redujeron ésta a enmudecida y semiparalizada rehén del neocoloniaje y el neoliberalismo, mientras ganaderos, toreros y aficionados siguen sin ver ni oír. Obvio, tampoco en esta materia los partidos políticos han servido para nada.
Cinco centurias de tradición taurina del pueblo mexicano cuentan, si bien de unas décadas para acá su gran defecto es el inexcusable y creciente descuido por parte de actores, promotores y espectadores, que no han sabido honrar ese brillante tiempo histórico con una actualidad viva y dinámica que involucre a nuevas generaciones con nuevos exponentes frente a la bravura que emociona, no la docilidad de entra y sal para despliegue de una estética falsa y pasatiempo de públicos desentendidos.
Una prueba de este temerario alejamiento entre empresas taurinas y público es el cartel inaugural, hoy en la Plaza México, de otra temporada novilleril sin pies ni cabeza y sin perspectiva de lo que significa sembrar para recoger. Tres jóvenes prácticamente desconocidos y con escaso rodaje, como son Manolo Olivares, David Aguilar y el venezolano Fernando Chacón, frente a un bien servido encierro de la seria ganadería tlaxcalteca de De Haro.
No es que la empresa se niegue a anunciar a novilleros triunfadores de la temporada pasada, sino que sencillamente estos no existen. Los pocos que medio sacaron la cabeza en 2010 apenas si han podido torear en algunos cosos de los estados, habida cuenta de que también las empresas de provincia se olvidaron de que para que haya toreros con arrastre, primero debe haber novilleros que interesen. Incierto entonces el futuro de este patrimonio cultural inmaterial hoy sustentado en la nostalgia, la dependencia, la improvisación y las desviaciones recurrentes.
Huamantla, Tlaxcala, estrena empresa con Saúl Acevedo Meyer al frente, fino novillero en su juventud y quien seguramente sabrá recuperar la tradición taurina de esa población, cuya plaza tiene ya 93 años de antigüedad. Luego del desafortunado desempeño de la anterior empresa, que dio novillos por toros, entre el 6 y el 20 de agosto próximo se anuncian tres corridas, una novillada y dos festivales. El domingo 14 la tradicional Corrida de las Luces, con Zotoluco, El Zapata, Arturo Macías y astados de Guanamé, y el sábado 20 la Huamantlada, con Rafael Ortega, El Zapata, El Payo y toros de Montecristo.
El sábado 6 irán el rejoneador Horacio Casas, los Forcados Teziutecos y los Forcados Amadores de Teziutlán, Federico Pizarro, que atraviesa por un extraordinario momento, y el venezolano Otto Rodríguez, con un encierro de El Vergel. El primer festival taurino será el sábado 13, con Raúl Ponce de León, Luis Niño de Rivera, Juan Antonio Hernández, Saúl Acevedo y Karla de los Ángeles, también con reses de El Vergel.
El 19 la novillada, con Salvador López, el ecuatoriano Rafael Rodríguez y Antonio Galindo, con un encierro de Brito. Y el 15 de agosto el segundo festival taurino, con un interesante encuentro de las Escuelas Taurinas de Tlaxcala y Aguascalientes. Taurinismo y servicio, pues.