Opinión
Ver día anteriorMartes 19 de julio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Itacate

Hongos pachuqueños

E

n cada hogar se guardan tesoros de sabiduría que es importante resguardar. Laura Quiroz, por ejemplo, ha escrito unos sabrosos y útiles apuntes en los que recoge las enseñanzas de su madre, doña Julia Ríos Cano, quien fue egresada de la Escuela de Química de la UNAM, en 1928, y conocida en la familia con el cariñoso nombre de mamá Julia. Generosa, Laura quiere compartirlos con los lectores de este Itacate. Vienen como anillo al dedo, pues los hongos empiezan a aparecer en los mercados regionales. Así ocurre en Pachuca, donde bajan a venderlos numerosos hombres y mujeres.

Nos orienta en cuanto a sus nombres, formas y la manera de saber cuáles son comestibles. También respecto de cómo comprarlos y cómo secar los que se prestan para ello, y desde luego hay también sabrosas recetas. Vaya pues este regalo que ella tituló Apuntes de hongos para las pachuqueñas, pues aunque vive en el Distrito Federal, es orgullosamente hidalguense.

Los conocimientos acerca de los hongos tienen que ver con las enseñanzas que se transmiten de generación en generación, especialmente entre quienes los recolectan en las zonas boscosas. Las amas de casa y otros marchantes aprenden de estas personas y a su vez transmiten sus saberes, como en este caso. Recordemos al leer estas líneas que en cada región los hongos pueden recibir distintos nombres, de manera que habrá que buscar las equivalencias.

Entre los hongos, escribe Laura, los hay comestibles y venenosos; muchas veces se parecen entre sí, de modo que hay que tener cuidado al adquirirlos o buscar, como ella aconseja, un marchante de confianza. Es el caso de los hongos huevo, de las yemitas, de los hongorados, y de los semas o panaderos. Los hongorados son del tamaño de las semitas, pero tienen un pellejo rojo tornasol; se comen asados y para Laura es el hongo más rico.

Hay otros hongos comestibles que no pueden confundirse. De estos da la siguiente lista. Inicia con las orejas, que se conocen también como gachupines o morillas; los hay blancos y negros. Compara a los hongos llamados enchilados con el color del queso cotija cuando es enchilado; de ahí su nombre. Cuando son pequeños parecen sombrillitas, luego les crece el pie y los pueden ofrecer fragmentados.

A los hongos clavitos les llama también babositos, por la consistencia de los más jóvenes. Se dan en conjunto y conforme crecen se separan. Otros son los tejamaniles o campanitas; hay además azules o venaditos, que pueden provocar desconfianza por sus tonalidades verde azulosas, pero son sabrosos. Por último, menciona las manitas, que parecen corales; hay que buscar los amarillo claro y los blancos.