Médica del INNSZ llama a evitar secuelas
Viernes 29 de julio de 2011, p. 42
La insuficiencia renal crónica no sólo daña la función de los riñones; también tiene repercusiones sicológicas, como depresión y angustia en los pacientes y sus familias, debido a cambios en la vida cotidiana, en la alteración de la autopercepción y, en algunos casos, debido a la pérdida de autonomía.
Por ello es importante que las personas que presentan este padecimiento reciban ayuda terapeútica, dijo Judith González, especialista en siquiatría y neurología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ).
En el primer encuentro de pacientes renales, realizado en el Centro Médico Siglo XXI del IMSS, González subrayó la importancia de la prevención y la atención a la salud mental en quienes padecen males crónico-degenerativas, ya que tienen un fuerte impacto en la calidad de vida de los enfermos por los cambios en la dinámica social, los cuales abarcan desde la pérdida del trabajo o de ciclos escolares hasta la separación familiar, debido al alto nivel de estrés que provocan los padecimientos y los tratamientos.
En el plano de la vida sexual también hay dificultades derivadas de las alteraciones de la imagen corporal y, en algunos casos, la percepción de que se es una persona incompleta
, agregó.
Las causas de la ansiedad y la depresión en los pacientes no son sólo sociales; en muchos casos, anotó la especialista, los desórdenes síquicos pueden ser causados por cuestiones biológicas, por lo que se recomienda utilizar los servicios de sicología y siquiatría de las instituciones de salud y mantener una comunicación constante con los especialistas.
La insuficiencia renal crónica es una enfermedad irreversible que puede afectar uno o ambos riñones. El organismo pierde la capacidad de filtrar las sustancias tóxicas de la sangre, por lo que se hace necesario recurrir a tratamientos de diálisis o hemodiálisis.
Entre los principales factores de riesgo para desarrollar este padecimiento se encuentran la obesidad, el sedentarismo y la adicción al tabaco, así como la diabetes y la hipertensión.