lgunos opinantes ya dan por muerta la prevista encuesta para decidir quién va como candidato del PRD a la Presidencia de México. No pocos de ellos han estado usando una nota falaz publicada en el diario Reforma el 13 de julio de este año, firmada por Erika Hernández y Claudia Guerrero. En esa nota, a partir de lo supuestamente dicho por uno de los coordinadores (sin nombre) en el encuentro que se llevó a cabo el 11 de julio, se afirmó que López Obrador había expresado que él será candidato a la Presidencia de la República en 2012, ya sea por uno, dos o los tres partidos de la izquierda
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¡Saz! Con esa dudosa y no comprobada información (irresponsable, periodísticamente hablando), AMLO ya rompió el pacto con Marcelo Ebrard y se lanzará como candidato a como dé lugar. Si existiera un decálogo de ética periodística, o algo semejante, el mismo diario debió entrevistar al ex jefe de Gobierno del DF o, por lo menos, al supuesto coordinador que reveló
lo que dijo que dijo AMLO y dar a conocer la versión verdadera. No, prefirió dejar el borrego tal cual, y que cada quien especule a sus anchas.
No vale la pena citar todo lo que se ha dicho con base en esa nota, conveniente para todos los antilopezobradoristas, pero sí merecen ser tomados en cuenta pues con ella y su aceptación han estado amarrando navajas entre los dos principales precandidatos hasta este momento, además de haberse regodeado diciendo que AMLO no cumple su palabra y que quiere ser candidato a fuerzas.
No hay indicios objetivos para pensar que tanto Andrés Manuel como Marcelo enloquecieran y vayan por separado a buscar el voto en 2012 para la Presidencia. De hacerlo les iría muy mal a ambos y sería como regalarle al PRI la silla que indebidamente ocupa ahora Felipe Calderón.
AMLO ha formado su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y Ebrard su movimiento Demócratas de Izquierda (DI), y al arrancar este tuvo el buen cuidado de advertir que el acto no era ni un destape ni una traición (La Jornada, 01/08/11). Son dos movimientos con los que cada uno hará su luchita para lograr, en principio, mayor aceptación el día de la prevista encuesta. Nada, hasta ahora, de qué alarmarse, salvo para los especuladores que se han aferrado a la nota de Reforma ya mencionada.
Desde los prolegómenos de la elección de gobernador en el estado de México, en medio del debate sobre si se hacía o no alianza con el PAN, Ebrard mostró una posición que podría calificarse de ambigua hasta que, una vez que era claro que no habría alianza, apoyó la candidatura de Alejandro Encinas. En mi lectura (también especulativa) no le quedaba de otra, como tampoco a Jesús Zambrano, pero esto es irrelevante. La simpatía de Ebrard (y Camacho) por los chuchos (y de éstos por Ebrard) no se podía ocultar para cualquier observador atento. Ahora queda confirmada con la presencia de Jesús Ortega, el chucho I que le cediera el micrófono a su precandidato en el acto del WTC donde dieron a conocer su DI (sólo le faltó la A
para parecerse al movimiento de Manuel Camacho: Dia, Diálogo por la Reconstrucción de México).
Desde mi punto de vista no es censurable que Ebrard haga su propio movimiento. Además de estar en su derecho, es la forma en que puede, desde ahora y sobre todo cuando se le caen las ballenas
del segundo piso del Periférico, buscar simpatías para competir en la prevista encuesta con López Obrador.
Al contrario, ahora está más claro que nunca que en el interior del PRD hay dos corrientes en pugna: la light y la que muchos periodistas llaman dura. La primera tiene la virtud (¿virtud?) de aglutinar a todos los antilopezobradoristas, de dentro y de fuera del sol azteca, a los chuchos, los amalios, etcétera, es decir a los que civilizadamente
dejaron entrar a Calderón en San Lázaro, para que tomara posesión como Presidente, y los que reconocieron de facto al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a pesar de que fuera la instancia que le dio el triunfo
al actual ocupante de Los Pinos. La segunda no tiene virtudes puesto que ha apostado a los apoyos populares, es decir de los pobres, que en las esferas hegemónicas del poder y de los medios son precisamente los que no cuentan, salvo para votar previa despensa regalada o dinero en efectivo con el que se aprovecha su necesidad (supuestamente por encima de su conciencia).
Falta ver qué hacen en esta disyuntiva el PT y el renovado Convergencia ahora Movimiento Ciudadano, aunque hay indicios de que apoyarán a AMLO, al igual que una fracción del PRD de la que no sabemos (no sé) su tamaño e influencia entre el electorado.
El DI, sin embargo, cuenta con una desventaja: el trabajo cotidiano de AMLO desde antes de que constituyera su Morena. Y, además, el DI no tiene una canción tan pegajosa como Morena, cuyo video oficial puede escucharse y verse en www.youtube.com/watch?v=LfUGyF0Crig&feature=related.
PD para René Drucker, Rafael Loyola y Bolívar Huerta. No sé si sea el caso de Ackerman, que no lo creo, pero yo no tengo temores para avizorar el futuro
, ni insisto en pronunciarme contra las candidaturas independientes. En mi artículo anterior traté de explicar qué significan, y que no son realmente independientes, o que este concepto es muy relativo. Lamento que mis tres amigos no hayan leído bien. Mejor que rebatan mi texto y no que me inventen algo que no dije. En ninguna parte de mi artículo, ni en otros anteriores, he negado derechos ciudadanos como votar y ser votado, ni tampoco he desconocido la perversidad y la inequidad
a las que pueden llegar los dirigentes de los partidos para postular candidatos, incluyendo a algunos presuntamente independientes que ya han sido postulados.
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