El patrón y los pobres
tandard & Poors se llama la calificadora que impera en la economía global y se abroga el derecho a dictar las políticas fiscales y económicas de estados soberanos. Patrón para los países pobres, la principal firma calificadora de la deuda emitida por empresas y gobiernos redujo el rango de la economía más grande del mundo: degradó la etiqueta de AAA, máximo grado de solvencia, que ostentaba Estados Unidos.
Parió un ratoncito la montaña. El Tesoro redujo las tasas de interés que pagan los bonos emitidos, prueba irrefutable de que fluyen al imperio capitales del exterior y compran bonos. Y sin embargo, la sacudida del parto resistió el señalamiento de haberse equivocado en sus cálculos S&P en dos mil millones de diferencia; y mientras las bolsas de valores se desplomaban en el mundo y cundía el pánico ante la amenaza de una catastrófica recesión, el antiguo contralor general de EU reclamaba airadamente: ¿Quién le dio derecho a una calificadora privada a imponer a una nación soberana sus políticas fiscales y los elementos de sus programas económicos?
Nunca se preguntaron eso cuando el patrón imponía su dictadura sobre naciones pobres, tan soberanas como nuestro vecino del norte. En Nueva York, las calificadoras fijan el patrón a los pobres. Pero en Washington se fincó ese poder, ahí les otorgaron facultades para calificar, descalificar y definir el destino de países y continentes; de la población del mundo sometido a la voluntad del capitalismo financiero y la volatilidad del mercado libre de toda regulación. Ahí se impuso el consenso a las débiles voluntades políticas de la América nuestra: medidas a favor de los patrones, internos y externos, a costa de los pobres, de su multiplicación y marginación durante décadas; la vergüenza de ser la economía decimoquinta del mundo
y tener a 52 millones de mexicanos hundidos en la pobreza.
Casi la mitad de la población, con margen de error no tan grande como el atribuido por el Departamento del Tesoro en Washington a la calificadora del Patrón & Pobres. De hinojos ante el fetiche del consenso de Washington, los jóvenes herederos de Iturbide y del neoliberalismo dogmático de la larga agonía del priato tardío, se aferran al dogma neoconservador. Con insolencia de nuevos ricos, a pesar de estar al borde del abismo, exhiben los blindajes del arcón en que guardan la solidez y estabilidad de nuestra economía
; la cuadratura del cero, el secreto de la alquimia fiscal, la nada. Ernesto Cordero imposta la voz de aspirante a la sucesión del trono y declara que el desastre global nos es ajeno, consecuencia de los errores de gobiernos que desdeñaron la austeridad y el orden fiscal; que viene de afuera, como la crisis del catarrito
del doctor Carstens.
Aquí no ha pasado nada. Y la izquierda ensaya su fórmula de la inserción salinista a la modernidad: el 18 Brumario de Jesús Ortega que proclama a Marcelo Ebrard abanderado de la izquierda democrática y señala con temblorosa mano las tendencias autocráticas, intolerantes, de Andrés Manuel López Obrador; llama a la unidad ajena a la unanimidad, salvo en el imperativo de impedir a toda costa el retorno del PRI. Del antiguo régimen, dice Ortega, sin darse cuenta que hubo cambio a sistema plural de partidos y alternancia en el Ejecutivo, pero no hemos cambiado de régimen. Todo sigue igual. Tanto que cree inalterables los acuerdos celebrados por Marcelo el moderno y Andrés el antiguo: Será el mejor posicionado
y ambos respetarán el resultado de la contienda, cuyo método no se ha definido, ni decidido. Por las dudas, fundan un movimiento no moreno y aclaman a Ebrard bajo las luminarias. El PT de plano declara candidato a la Presidencia de la República a López Obrador.
Y cae la noche sobre Michoacán. ¿Quién hubiera creído que Felipe de Jesús, el que cada septiembre gritaba ¡Viva Iturbide! al pie de la Columna de la Independencia, cambiaría la brega de eternidad por la ilusión de instalar otra dinastía en la tierra de Agustín I? Su hermana mayor, Luisa María Calderón, es candidata del PAN a gobernadora de Michoacán. Nueve trabajadores al servicio de empresas encuestadoras de la democracia sin adjetivos, fueron secuestrados y liberados por las fuerzas del caos anarquizante en Tierra Caliente; donde Morelos proclamó los Sentimientos de la Nación y la Constitución de Apatzingán. Al amparo de la oscuridad, cultivan el miedo, alimentan los rumores que corren sobre la suspensión de elecciones por falta de garantías... en 2012.
Luisa María Calderón es combatiente de la derecha oposicionista, postulante de la legalidad electoral y enemiga del Estado laico, del poder constituido por la revolución social que culminó con el cardenismo, michoacano de origen, el del agrarismo que repartió la tierra, impulsó el sindicalismo, el de la expropiación que rescató la propiedad soberana del petróleo y el imperio de la ley. Corporativismo
, dicen los curros y declamadores que hacen el papel de intelectuales orgánicos en la era del espectáculo y la hora de la derecha al servicio de los dueños del dinero. Y nadie habla de los fascios que desempolvan la derecha oscurantista y sus inesperados aliados de la moderna izquierda
. En fin, Luisa María Calderón no teme a los fantasmas: hemos hecho otras campañas en medio de la violencia, dice.
Está en juego el poder. Y no se puede resolver con la calificación de patrones y pobres elaborada por alguna empresa privada. Todavía resiste el IFE. A pesar de las descalificaciones constantes, interesadas o no, capaces de borrar la legitimidad que le diera la confianza de los votantes en comicios legales con resultados creíbles. Habrá elecciones en Michoacán. La alternativa es el golpismo; la transición de la guerra contra el crimen organizado a la guerra civil. Leonel Godoy se ha defendido con timidez, pero ha sido firme en la defensa del pacto federal. Las fracturas internas parecen llevar al PRD a la derrota. Fausto Vallejo, candidato del PRI, va a derrotar al PAN sospechoso de oficialismo y acusado de nepotismo. Y paradójicamente, preservaría el ánimo y visión política del cardenismo en el estado.
Con razón anda Ortega con el Jesús en la boca. Ahí viene la cargada que desapareció en la sana distancia con el doctorcito Zedillo. La nueva generación del PRI, democrática, dice nada menos que Vicente Fox, gana hasta donde Gustavo E Madero dice que ganó el PAN. Las alianzas del ilusionismo producen portentos como el del Malova, gobernador de Sinaloa, quien se aparece en Guanajuato vestido de panista para apoyar la candidatura de Ernesto Cordero; y luego luce la chaqueta del PRD, versión nueva izquierda. Y en el Distrito Federal, donde Marcelo Ebrard habla de más y mejores obras construidas que sus antecesores; donde ha izado la bandera de la tolerancia laica y aprobado leyes de incuestionable progresismo, las encuestas señalan a Beatriz Paredes: la tlaxcalteca supera a todos en las encuestas.
Y mientras Enrique Peña guarda silencio y espera, se integra el Consejo Nacional del PRI. Cuerpo colegiado que no es monolítico, pero se inclina hacia la fuerza que originó a las partes. Y Manlio Fabio Beltrones luce toga senatorial y ensaya el discurso de la prudencia: no puede haber compromisos, por la pluralidad y los intereses legítimos de los legisladores. Los planteamientos del Movimiento por la Paz serán motivo de reflexión y discusión en el Legislativo.
No dijo poder. Pero, como París, pue’que también valga un beso.