a ciudad de México se ha ido integrando a lo largo de su historia por inmigraciones, comenzando por las tribus nahuas que llegaron a la cuenca, alrededor del siglo XI. Ellos desplazaron a pequeños grupos que poblaban la zona y formaron importantes asentamientos, uno de ellos México-Tenochtitlan, imperio que llegó a dominar un vasto territorio.
En el siglo XVI llegaron los españoles que trajeron negros para trabajar como esclavos y mediante el comercio con Oriente, que realizaba la flota conocida como la Nao de China, llegaron pobladores de esas regiones. Entre los inmigrantes que venían de España había judíos que eran obligados a convertirse al catolicismo, ante el riesgo de ser víctimas de la Inquisición. Esto llevó a muchos de ellos a practicar el judaísmo en secreto.
Durante el Porfiriato hubo otra ola de inmigrantes judíos, la mayoría de Francia, atendiendo a la invitación que hizo Porfirio Díaz a los europeos de inmigrar a México.
Pero los que formaron la base de la comunidad judía moderna de México llegaron hasta el siglo XX, según Mónica Unikel-Fasja, autora del libro Sinagogas de México. A principios y mediados de esa centuria arribaron de Turquía, Grecia, Siria y Europa del este.
La mayoría se establecieron en la zona de la Merced con sus casas de rezos, tiendas, carnicerías kosher y demás; curiosamente, la mayoría se instalaron en la calle de Jesús Maria y una de las primeras casas que funcionaron como sinagoga, estaba en la calle de la Santísima.
En los años 20 la comunidad judía había crecido y vieron la necesidad de construír una sinagoga formal. En 1918 se compró una casa en la calle de Donceles, que años después, en ese tramo se llamó Justo Sierra y se le adjudicó el número 83. Cinco años mas tarde se demolió y en 1923 construyeron una sinagoga en toda forma, que fue la primera de México.
Aquí asistian al culto tanto judíos ashkenazi, que son los de origen europeo como los sefaradi, que son en su mayoría originarios del extinto Imperio otomano. Al paso del tiempo las diferencias culturales, así como la pronunciación y el modo de rezar hicieron que los servicios se realizaran por grupos de origen, en el mismo local, pero en distintos espacios. Ello llevó en 1941 a la creación de una sinagoga exclusivamente ashkenazi, en la misma calle de Justo Sierra, a unos pasos de la primera. De esta dice Mónica Uniquel: Es un pedazo de Lituania en México
.
A lo largo de los años los judíos progresaron y fueron abandonado el rumbo, aunque muchos conservaron ahí los negocios. Poco a poco las sinagogas fueron cayendo en desuso. En una de ellas algunos de los judíos que trabajan en el Centro Histórico rezan durante los días de semana, pero está vacía en Shabat.
Recientemente ambos recintos han tenido una renovación. La ashkenazi se ha convertido en un centro cultural y social en la planta baja. En la planta alta se restauró lo que es propiamente la sinagoga, donde se custodia el Arca Sagrada.
Ahora luce flamante la tebá
, especie de podio desde donde se lee la Torá y se dirigen los servicios. Está rodeado de sillería de madera oscura y cuelgan del techo vistosas lámparas de aceite estilo oriental, cosa rara en las sinagogas ashkenazi
. Es un bello recinto.
Frecuentemente se organizan conciertos, como el que se va a llevar a cabo el 4 de septiembre, de música judía y klesmer, con el violinista Adrián Justus.
De ellos puedes informar Mónica, quien también organiza interesantes recorridos.
Su correo es: [email protected]. Esas actividades son un buen motivo para conocer esos sitios emblematicos de una comunidad, que ha coadyuvado a conformar la rica sociedad plural que es el alma de la ciudad de México.
Muy cerca, en la avenida Izazaga 118, se encuentra un restaurante Kosher que ofrece un amplio y variado menú, que incluye comida mexicana y ricos antojitos. Todo estrictamente supervisado por un rabino.