Aumentos no benefician a los pequeños productores: CADTN
Desmiente que China presione los mercados con mayor demanda de materias primas
Son ingresos coyunturales, no de largo plazo, afirma
Miércoles 17 de agosto de 2011, p. 28
La principal fuerza que ha impulsado el alza en el precio de los alimentos es la especulación en los mercados de derivados financieros. Para América Latina y el Caribe, el alza en el costo de estos productos ha acentuado los problemas sociales y generado una debilidad de largo plazo en las finanzas públicas de los países, aseguró el Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). Incluso, el aumento en el flujo de divisas a la región derivada de la exportación de materias primas agrícolas no ha contribuido a proveer respuestas de fondo a los problemas de desigualdad y pobreza en la región, advirtió.
Es importante despejar la ilusión de que el aumento en el precio de bienes agrícolas beneficia a los pequeños productores
, dice en una entrevista con La Jornada Daniel Munevar, coordinador del CADTM en América Latina.
El impacto del alza de los alimentos sobre los pueblos de la región se da en varios frentes, apunta. De entrada, en la entrevista cuestiona que el incremento del precio de los alimentos y de las materias primas obedezca a un mayor consumo en China, el país más poblado del planeta.
Cuando se mira en detalle la información, apunta, no existe mayor demanda de materias primas en China, no hay un crecimiento por encima del promedio ni se está creando, desde ese país, una presión real sobre los mercados.
Lo que vemos es un fenómeno totalmente especulativo y el problema en América Latina, como región exportadora de materias primas, es que la mayoría de los gobiernos, si no es que todos, sin importar su orientación política, están implementando políticas públicas que toman los altos precios de materias primas como un elemento permanente, como un cambio estructural. Si creen que estos ingresos coyunturales serán de largo plazo es claro que están cometiendo un serio error estratégico de diseño y planteamiento de las políticas públicas
, sostiene.
Es una historia antigua que, sin embargo, se repite hoy como en el pasado. América Latina está viviendo un auge de ingresos por el alza en los precios internacionales de materias primas, pero esa actividad a la larga aporta un crecimiento del valor agregado y de la productividad más bajo que el de las actividades industriales o de servicios, añade Munevar, responsable en la región del CADTM, organización con sede en Bélgica, que ha logrado colocar en la discusión pública internacional la legalidad de las deudas contraídas por gobiernos del Sur con gobiernos y grupos financieros del Norte en las últimas décadas.
Ahora mismo, el CADTM forma parte del grupo de organizaciones sociales europeas que trata de coordinar esfuerzos ciudadanos para que el costo de la crisis en los países de esos continentes no sea cargado a los pueblos, como durante décadas ocurrió en Latinoamérica.
En los últimos años, apunta Munevar en una entrevista realizada en la ciudad de México, los gobiernos de la región se han aprovechado de los mayores ingresos por materias primas, en una política que no ha contribuido a mejorar la productividad de sus economías. Eso, dice, no tiene una repercusión en el tema de empleo, porque la extracción de materias primas no tiene ninguna capacidad para resolver los problemas de desempleo y de desigualdad que persisten en la región, añade.
Adicionalmente, en la región se está creando un problema de sostenibilidad fiscal, pues se emplean para el diseño de políticas públicas recursos no recurrentes –las materias primas pueden subir o bajar, según condiciones que no pueden manejar los gobiernos– para financiar la política social.
Esto pasa en general en todos los países productores. Hay varios problemas asociados con esta forma de percibir lo que está ocurriendo con las materias primas. Porque al financiar gasto corriente se reciben dólares o euros y los gobiernos los convierten en moneda local para financiar gasto público. Esto provoca que se aprecie el tipo de cambio y pone en desventaja la exportación de bienes no tradicionales, que son los que generan empleo y valor agregado
, plantea.
Hay además un problema desde el punto de vista ambiental, porque al ser un modelo intensivo se tienen problemas con el manejo de recursos, aguas y tierras, y se expone al país a la dependencia de semillas modificadas genéticamente
, agrega.
El problema es que se está asumiendo que estos son ingresos permanentes, cuando es básicamente una ganancia de capital, que no se debe gastar en gasto corriente sino que debe ser invertida. Hay una serie de cosas en que esos recursos pueden ser invertidos.
Junto al petróleo y sus derivados, los alimentos constituyen el grupo de materias primas que tiene el mayor potencial de incidir en la vida diaria de las personas, explica. Por ende, las variaciones observadas durante los últimos años han tenido un fuerte impacto sobre el bienestar de la población. Los países de bajos ingresos, así como la población más pobre a nivel global han terminado siendo los más afectados por la dinámica de los precios de las materias primas.
Un estudio del CADTM publicado el mes pasado cita un informe de la oficina del Relator de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, según el cual el mundo cuenta con la capacidad para producir alimentos para alimentar a 12 mil millones de personas. A pesar de tal situación, la Organización para la Agricultura y la Alimentación calculó que en 2007, un año antes del comienzo de la crisis, cerca de 25 mil personas morían de hambre cada día en el planeta.
Antes de empezar la crisis alimentaria se calculaba que unos 800 millones de personas se encontraban en situación de hambruna. De dicha cifra, 50 millones habitaban América Latina y el Caribe. El rápido crecimiento de los precios de los alimentos tuvo un efecto devastador sobre la calidad de vida de estas personas, según los datos del CADTM.