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La CEM dialoga con autoridades para que se reubique inmediatamente el albergue

Subrayan el trabajo de asistencia que brinda en Lechería la Casa del Migrante
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de agosto de 2011, p. 19

Tultitlán, Méx., 16 de agosto. Cuarenta camas y un espacio no mayor a 120 metros cuadrados fue rebasado en dos años para seguir alojando a más de 100 y en ocasiones hasta 300 indocumentados, que enfermos y cansados solicitan refugio en la Casa del Migrante San Juan Diego, fundada el 19 de enero de 2009, en el número 15 de la calle Cerrada de la Cruz, colonia Lechería.

En esta comunidad convertida en nudo migratorio involuntario –también confluyen traficantes de indocumentados–, por lo que la Casa del Migrante enfrenta la tarea diaria de dar refugio a cuanto migrante lo solicita. Muchos pernoctan en arterias aledañas al albergue, baldíos, debajo de puentes vehiculares o cerca de las vías del tren, y han levantado más de 50 refugios de hule en los cuales prenden fogatas para pasar la noche.

“La frontera de México con Estados Unidos no inicia en Tijuana u otra ciudad fronteriza, sino aquí en Lechería; al pasar de los años aumenta la presencia de migrantes y de los polleros que llegan a enganchar a indocumentados”, expuso Osvaldo Espinoza, delegado de la comunidad. Autoridades de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México estimaron que al año por lo menos 20 mil migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador en su mayoría, cruzan esta comunidad.

La Casa del Migrante es uno de los 43 albergues que pertenecen a la Conferencia del Episcopado Mexicano; sin embargo, en dos años la mayoría de los migrantes duerme en colchones tirados en el suelo, viejos y malolientes. Tres comidas al día, servicio de primeros auxilios, lavado de ropa, baño, sanitario, llamadas telefónicas gratuitas a Estados Unidos, con posibilidades de ser repatriado de forma segura y alojamientos por un mínimo de 24 horas y máximo de 48.

Ya es insuficiente. Estamos hablando con autoridades para la reubicación inmediata, reconoció el sacerdote Hugo Raudel Montoya Ontiveros, responsable del refugio, al señalar que las condiciones de alojamiento son inhumanas. Admitió que la población está molesta con la presencia del refugio, pues en “muchas ocasiones se quedan abandonados por el coyote y ello provoca que defequen al aire libre, algunos se emborrachan y faltan el respeto a las familias”.

Angélica Valdespino Ríos, coordinadora de Enlace Ciudadano de Tultitlán, expuso que autoridades avalan su reubicación, y se han trazado como objetivo impulsar un proyecto apegado a derecho. El año pasado, autoridades de la Iglesia católica informaron de la intención de comprar un predio de tres mil 400 metros cuadrados, pero se requería de la inversión cercana a un millón y medio de pesos.