Domingo 21 de agosto de 2011, p. 5
En diciembre de 1931 Diego Rivera se convirtió en el segundo artista en montar una exposición monográfica en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, después del francés Henri Matisse. Transcurridos 80 años, el muralista mexicano volverá a ser el centro de otra muestra en la misma sede, titulada Diego Rivera: Murales para el Museo de Arte Moderno, que abrirá del 13 de noviembre y concluirá el 14 de mayo de 2012. Esta exposición “será diferente de la anterior, pero incluirá cinco de los siete ‘murales portátiles’ que hizo Rivera en 1931”, dijo Jodi Roberts, asistente de curaduría del MoMA, en entrevista. La complementarán dibujos preparatorios, acuarelas y documentos noticiosos de la época, pertenecientes a museos de México y Estados Unidos, así como a colecciones privadas. Algunos textos narran el fervor que despertó la presencia del pintor e intelectual entre la sociedad estadunidense: en menos de un mes 56 mil personas acudieron a ver su trabajo. Según la crítica de arte Raquel Tibol, Rivera presentó entonces 150 obras, incluidos siete tableros, no murales
: Fondos congelados, Caña de azúcar, Soldadura eléctrica, Liberación del peón, Zapata (propiedad del MoMA), La rebelión y Taladro mecánico, hoy desaparecido. Invitado por la adinerada familia Rockefeller, Diego Rivera llegó a la Gran Manzana, seis semanas antes de exponer allí, con un dilema: cómo mostrar los gigantescos murales que le dieron fama mundial. Trabajando contra reloj y con ayuda del matrimonio Dimitrov, el pintor hizo cinco obras al fresco, a las que luego añadió otras dos. Todas con los temas de su interés: la Revolución Mexicana, el indigenismo y la crítica al capitalismo. Diego Rivera: Murales para el Museo de Arte Moderno, curada por Leah Dickermann, mostrará también los vínculos entre la exhibición de hace ocho décadas y la creación del mural El hombre en la encrucijada en el Rockefeller Center, destruido en 1933 y vuelto a hacer en México.