Alrededor del 40 por ciento de la población del mundo corre el riesgo de infectarse con el virus del dengue: cada año se producen 50 millones de contagios. Clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un severo problema de salud pública, el dengue es considerado por especialistas como un padecimiento remergente, pues el vector transmisor, es decir, el mosquito (hembra) de la especie aedes aegypti, logró adaptarse al cambio climático, y hoy se reproduce en regiones no sólo tropicales.

Hasta el momento no se cuenta con un tratamiento específico ni una vacuna que pueda atacar, con la misma intensidad, los cuatro serotipos que ocasionan la también llamada enfermedad quebranta huesos, la cual puede tener, entre otros síntomas, intensos dolores musculares, de huesos y articulaciones, fiebre y dolor de cabeza.

La única alternativa de prevención es evitar que se estanque agua en lugares abiertos, proteger recipientes donde se guarden líquidos y no colocarlos en patios, así como desyerbar jardines y eliminar maleza que rodee las viviendas.

Se trata de un padecimiento endémico en más de 100 países que se transmite a través de la picadura de un mosquito (hembra), cuya especie es predominantemente urbana. Sus hábitats fueron durante siglos las regiones tropicales y subtropicales del planeta, con temperaturas superiores a los 34 grados centígrados. Hoy, también se ha encontrado en localidades ubicadas a mil 700 metros sobre el nivel del mar.

En México, desde 2009, cuando se registró el mayor número de casos, con un total de 52 mil, se dio la alerta. Al año siguiente, si bien sólo se contabilizaron 26 mil personas infectadas, el riesgo de un contagio explosivo sigue latente. Por ello, la Secretaría de Salud realizó del 11 al 17 de abril pasado la primera Jornada Nacional de Intensificación de Lucha contra el Dengue 2011.

Leticia Cedillo Barrón, investigadora del Departamento de Biomedicina Molecular y especialista en el estudio del dengue del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional, afirmó que detener el avance de esta enfermedad en el país demanda de políticas públicas de control del vector y de inversión para el desarrollo de una posible vacuna contra los cuatro serotipos del dengue.

Riesgo potencial

Destacó en entrevista con La Jornada que actualmente la enfermedad está presente en 127 naciones, y aunque en su forma clásica no ocasiona la muerte, si se presenta con síntomas severos, como el dengue hemorrágico, sin un tratamiento adecuado puede ser letal, por lo que se considera que es de riesgo potencial.

Cada año, indicó, poco más de 30 mil personas mueren por dengue hemorrágico en todo el mundo, mientras que 3 millones de contagios corresponden a casos severos de la enfermedad. Las principales víctimas, agregó, son niños y jóvenes que viven en países asiáticos, aunque en México también se han presentado decesos.

El cambio climático ha favorecido la dispersión del mosquito en prácticamente todo el territorio nacional, aunque la mayor incidencia de casos se da en Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Guerrero y la península de Yucatán, que incluye a Quintana Roo.

A las condiciones climáticas, agregó, se suman los factores socioeconómicos, pues es cada vez más frecuente la presencia de asentamientos humanos en zonas que no cuentan con todos los servicios, en particular el acceso a agua potable. Esto obliga a muchas familias a tener que almacenar agua, lo que ofrece condiciones idóneas para la reproducción del mosquito.

Otro factor que ha incidido para considerar al dengue como un padecimiento remergente, enfatizó Cedillo Barrón, es la alta tasa de movilidad de la población. No sólo de un continente a otro, sino de una ciudad a otra, pues las personas recorren enormes distancias para ganarse la vida, y es posible que alguien que se infectó en Acapulco, termine en Cuernavaca, y si a esa persona la pica un mosquito, éste queda infectado y puede contagiar la enfermedad.

La especialista destacó que si bien está en desarrollo la creación de una vacuna tetravalente o quimérica, es decir, que tiene la estructura de una enfermedad relacionada con el dengue, como es la fiebre amarilla, a la que se le han modificado dos proteínas que son las que generan resistencia al dengue, aún falta mucha investigación para garantizar una alternativa de inmunización segura.

Cedillo Barrón explicó que el virus del dengue es muy complejo, debido a su estrecha relación con su huésped; es decir, no sólo se tienen cuatro serotipos distintos de la enfermedad, sino que se sabe que quienes han estado expuestos a un segundo contagio pueden desarrollar, con mayor probabilidad, la forma severa de la enfermedad.

Por ello, alertó que ante los cambios en las condiciones de vida del mosquito aedes aegypti, que puede llegar a zonas menos cálidas, enfrentamos nuevos retos, con una enorme cantidad de población expuesta a la infección por el virus.