Jueves 1º de septiembre de 2011, p. 3
La firma española Repsol YPF tiene sobradas razones para buscar asentar con mayor fuerza sus baterías en México, emplazadas sobre todo a partir de la presidencia de Ernesto Zedillo, de 1994 a 2000.
Es el periodo en que dio inicio lo que el periodista Oriol Malló Villaplana llama el esplendor corporativo español
en estas tierras. En menos de dos décadas (a partir de entonces), las firmas ibéricas controlan la banca y tienen amplia presencia en los sectores de infraestructura, telecomunicaciones y energía nacionales.
Repsol tiene planes de convertir a México en la plataforma de acceso al mercado estadunidense para sus grandes reservas de gas natural en Perú y Trinidad y Tobago, señala Malló Villaplana, autor de El cártel español. Historia crítica de la reconquista económica de México y América Latina, publicado este año por Ediciones Akal.
Malló Villaplana recuerda que en septiembre de 2006 Repsol obtuvo del gobierno mexicano un contrato para vender –durante 15 años– a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) gas natural traído de Perú, operación que rescató el prestigio y el futuro de la petrolera española tras la rescisión de su contrato en el gran yacimiento de Gassi Touil, en Argelia
, uno de los 10 más grandes del mundo y cuya propiedad fue rescatada por Sonatrach, la empresa estatal argelina de energía.
Ese contrato de 2006 en México concedía a Repsol derechos de suministro a la CFE de 500 millones de pies cúbicos diarios de gas, por los que la firma ibérica pagaría en Perú 6 mil millones de dólares y cobraría a la mexicana, a precios de 2006, 15 mil millones de dólares.
Es un contrato usual en la industria, dado que el proveedor proporciona la infraestructura para recibir el energético. Pero la divulgación de los términos del acuerdo, hecha entonces por el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, desató un fuerte debate.
Repsol recibió en 2003 los primeros contratos para explotar yacimientos de gas en la cuenca de Burgos. El secretario de Energía en ese momento era Felipe Calderón Hinojosa, recuerda Malló.