Opinión
Ver día anteriorLunes 12 de septiembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Casas de dos pisos… o tres
A

l fin una excelente noticia en vez de tantas negativas que circulan de México por el mundo: las propuestas de dos servidores públicos para evitar tragedias humanas y materiales por las lluvias. Son del ingeniero José Luis Luege, director de la Comisión Nacional del Agua (quien desea gobernar la capital del país), y doña Ana Lucía Hill Mayoral, titular de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación. Con motivo de los aguaceros y el desbordamiento de los ríos Cuautitlán y San Javier, que causaron serias inundaciones en los municipios de Cuautitlán, Teoloyucan, Cuautitlán Izcalli, Melchor Ocampo y Coyotepec, dichos funcionarios llamaron a la población afectada a refugiarse en los albergues instalados en iglesias y casas de cultura, acudir con familiares, resguardar enseres y objetos de valor en el segundo nivel de sus viviendas, cortar la energía eléctrica y trasladar sus vehículos lejos de la zona de riesgo. No cruzar puentes peatonales o vehiculares ubicados sobre los cuerpos de agua y alejarse de postes que pudieran caer. En resumen, evacuar cuidadosamente la colonia donde viven y, quienes no tengan casa de dos pisos, llevarse sus objetos de valor.

La estrategia antitragedia de estos funcionarios seguramente será prioritaria al establecer medidas para evitar los daños que dejan las inundaciones entre la población, la infraestructura pública y las actividades económicas. En primer término, lo ideal es poseer casas de dos pisos. Si el agua invade la planta baja, en la alta se ponen a buen resguardo muebles, aparatos eléctricos, documentos importantes, estufa y demás menaje de cocina. Luego la familia afectada puede abandonar feliz la zona donde vive porque sabe que su patrimonio estará bien cuidado por la fuerza pública, como bien saben los que se han visto obligados a dejar sus hogares por algún fenómeno natural en el campo o las ciudades. Así que, manos a la obra: que todas las viviendas sean ahora de dos pisos. O de tres y más donde el agua alcanza niveles extremos, como Veracruz, Tabasco y Chiapas.

También en Oaxaca. Aquí la autoridad federal emitió recientemente la declaratoria de emergencia para 25 municipios afectados por las intensas lluvias, que ya causaron más de 20 muertos. Esta vez los municipios no se ubican en la zona costera ni en las montañas que dan al océano Pacífico, donde las lluvias y los huracanes dejan miles de damnificados en muy buena parte por la deforestación que registran. Ahora están en los Valles Centrales, donde se encuentra la capital de la entidad y el grueso de la población. Además de viviendas y negocios, hubo daños en fuentes de agua potable, alcantarillado, puentes y en la infraestructura carretera. El desbordamiento de los ríos Salado y Atoyac inundó poblaciones ribereñas. Hasta el sistema de bombeo y tratamiento de las aguas negras de la ciudad de Oaxaca y municipios conurbados (construida en la margen derecha del Atoyac) resultó dañado por la creciente del río.

Igualmente las casas deben ser, mínimo, de dos pisos en las poblaciones ubicadas cerca de los casi 8 mil bordos y presas pequeñas construidas por los productores agrícolas y que no reúnen las medidas mínimas que garanticen la seguridad de la gente que vive cerca de ellas. Está muy expuesta a inundaciones en caso de que esos vasos almacenadores rebasen su capacidad o se rompan. Hoy casi todas las viviendas de las poblaciones que se verían afectadas son de un piso y dejan mucho que desear en cuanto a materiales de construcción. Y para rematar, la comisión que preside el ingeniero Luege reconoce que no cuenta con el personal necesario para vigilar el buen funcionamiento de las 4 mil 462 presas que hay en el país. De ellas, 667 están catalogadas como grandes.

Seguramente esta nueva política de prevención de desastres creará, además, los empleos prometidos para este sexenio, reactivará el sector de la construcción y será una muestra de que la recuperación económica llegó finalmente a millones de familias. Después, sin prisa, pueden los funcionarios dedicarse a diseñar la estrategia para manejar el agua de las lluvias en el país, de tal forma que en vez de tragedias traiga beneficios.