Presupuesto 2012. Propuesta de ingresos
l 8 de septiembre pasado, el gobierno envió al Congreso su propuesta presupuestal para 2012. El paquete
sigue la tendencia de años anteriores y no tiene cambios sustantivos, aunque en el detalle, si el de 2011 era insuficiente y malo, el de 2012 es peor.
Marco económico
Para el cálculo presupuestal, el gobierno estima que en 2012 la economía crecerá 3.5%, que la inflación será de 3.0%, el tipo de cambio promedio de 12.20 pesos por dólar, el déficit fiscal de -2.2% del PIB y el déficit externo de -1.4% (Gráfico 1).
Estima también, como refer-encia, que la economía de Esta-dos Unidos crecerá 2.1% (1.6 en 2011) y su sector industrial 2.7; que la tasa internacional Libor tres meses será de 0.9% en promedio, y que, en lo referente al petróleo, la producción bajará a 2 millones 550 mil barriles dia-rios y la exportación a 1 millón 167 mil, con un precio promedio de 84.9 dólares por barril.
Propuesta de ingresos
El gobierno estima recibir en 2012 un total de ingresos de 3 billones 648 mil millones de pe-sos (24.1% del PIB). De és-tos, 3.282 billones (21.6% del PIB) sería ingresos presupuesta-rios, y 366 mil millones (2.4% del PIB) serían ingresos financiados casi en su totalidad vía deuda (Gráfico 2).
Según se ve, endeudar a la nación sigue siendo para el gobierno mejor opción que cobrar bien y justamente los impuestos. Estos seguirán en un escuálido 9.7% del PIB cuando deberían aportar al menos el doble si se cerraran las vías de elusión fiscal a los corporativos; se atacara la evasión (31% de las empresas no pagan impuestos aunque en mucho debido a la complejidad impositiva); se elevaran las tasas del ISR a niveles internacionales; y se quitaran las medidas preferenciales a los altos ingresos personales, haciendo acumulables los ingresos por ganancias de capital, por ejemplo, para que sean gravados a la tasa máxima actual o, más justo aun, a tasas mayores (progresivas) como se requiere ante la brutal concentración del ingreso.
Pero, por lo visto, ni Warren Buffet ni el grupo de millonarios franceses exclamando inusitadamente ante la crisis ¡no nos mimen, cóbrenos impuestos justos!; ni menos Barack Obama (que le tomó la palabra a Buffet y busca elevar los impuestos a los altos ingresos) conmueven las impasibles neuronas del jefe del Ejecutivo mexicano. Veremos las del legislativo.
Comparando la propuesta del gobierno para 2012 con el esti-mado de cierre real de Hacienda para 2011, los ingresos presupu-estarios crecerían 3.1% el año próximo (5.8 en los ingresos pe-troleros y 1.7 en los no petrole-ros). De éstos, se espera que los tributarios aumenten 2.5%.
Inercia pura en la propuesta gubernamental de ingresos: exprimir el petróleo, aumentar la deuda y mantener las insuficien-cias; todo antes que gravar con equidad las megafortunas perso-nales, con eficiencia a las empresas, y con justicia los insultantes ingresos de la alta burocracia y ejecutivos corporativos.
Tenencia
Sin ser un impuesto de gran relevancia (en 2010 captó 18 mil 096 millones de pesos, el 1.44% de la recaudación impositiva total), el impuesto sobre tenencia o uso de vehículos ha cobrado interés por su desaparición a partir del 31 de diciembre.
Siendo un impuesto federal, cada entidad (los estados y el Distrito Federal) fueron haciéndose cargo de su cobro y retniendo lo cobrado –sólo informando a la SHCP del monto– que ésta contabilizaba dentro de las Participaciones (de los impuestos federales) que por ley (y bastante arbitrariedad, sobre todo en el caso del DF) el gobierno federal debe entregar a las entidades.
Su desaparición, por tanto, no le significa al gobierno federal pérdida alguna y seguramente considera que los vehículohabientes le aplaudirán tal medida. Tal vez. Pero a los que puso en aprietos fue a los gobiernos estatales, pues o renuncian a esos ingresos para ellos significativos, o imponen su propia tenencia, o crean algún impuesto alternativo para compensar los ingresos perdidos. Por lo demás, la competencia que se introduce entre las entidades es insana.
Desaparecer la tenencia –un impuesto patrimonial gravoso, difícil de administrar, costoso de operar, y con serias fallas y molestias para los causantes– es acertado, pero no la forma ni sus efectos.
Justo es, desde luego, que quienes usamos las vialidades y contaminamos el medio ambie-nte paguemos un impuesto que vaya específicamente a mejorar dicha infraestructura y a mitigar el daño ambiental. Una especie de impuesto ecológico uniforme para todo el país que se pague en función de los litros consumidos de combustible, esto es, del uso de las vialidades y de la contaminación generada.
Tal impuesto podría ser ope-rado en forma ágil y automática por Pemex, (compensando la reducción de Participaciones), que depositaría a cada entidad (o municipio) del país los centavos por litro que se determinen para reintegrar los ingresos perdidos en razón a los litros vendidos en las gasolineras de cada demarcación.
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