Apoyo financiero, acompañamiento tecnológico y fomento al trabajo en equipo son las claves para que los jóvenes y sus familias trabajen en el campo, dijo Alfredo Lozano Córdova, director de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural.

En el 48 aniversario de la agrupación, comentó que hace cinco años se impulsó un programa de producción de maíz y soya en Chiapas, posteriormente en Jalisco, Campeche, Quintana Roo y Veracruz, entre los campesinos con cinco hectáreas, el cual ha derivado en un alto impacto regional, aunque los grupos son aún pequeños.

Los campesinos que antes carecían de ingresos o estaban sujetos a programas asistenciales y obtenían 1.5 toneladas por hectárea en promedio ahora cosechan seis toneladas y sus ingresos han mejorado, mencionó.

El Educampo –nombre del programa– organiza a los campesinos para que integren grupos de producción que finalmente serán pequeñas empresas rurales donde prevalecerá el espíritu cooperativo. A los participantes se les otorga financiamiento y asistencia técnica sobre un paquete tecnológico; se les vincula con el mercado para asegurar la venta de las cosechas y se promueven las alianzas con empresas o instituciones que aportan recursos, tecnología y facilidades a los agricultores.

Agregó que otro programa exitoso es En pro de la mujer, que comenzó en 2007 en la zona costera de Oaxaca, en el que participan 296 mujeres y sus familias. Al principio, la mayoría sólo se dedicaba a labores domésticas, pero ahora 91 por ciento tiene una actividad remunerada y 95 por ciento participa y decide sobre planificación familiar.

Explicó que el programa está enfocado a temas de género y nutrición, organización y educación social, ya que menos de la mitad de las participantes tenían educación primaria. Ahora, la mayoría conoce sus derechos y participa en la toma de decisiones de la familia; además modificó sus hábitos alimenticios y de salud. También, de 346 niños atendidos el año pasado, en 58 por ciento disminuyó la desnutrición, y los casos de anemia fueron solucionados.