El antiguo edil podría prolongar indefinidamente su exilio en Austria
Jueves 27 de octubre de 2011, p. 37
Moscú, 26 de octubre. Un año después de haber sido cesado como alcalde de la capital rusa, cargo que ocupó durante casi dos décadas, Yuri Luzhkov vuelve a enfrentarse de modo frontal al Kremlin y, según cómo evolucionen las cosas, podría plantearse prolongar ad infinitum su exilio en Austria, donde se encuentra desde hace un tiempo, o acabar en la cárcel bajo cargos de corrupción.
Aunque él haya asegurado que tiene la intención de regresar a Rusia, es difícil saber si Luzhkov lo hará finalmente después de que este miércoles el director de la Oficina de la Presidencia, Serguei Naryshkin, afirmó que su destitución se debió a la descomunal corrupción
que floreció en el entorno del entonces edil, quien además realizaba una gestión cada vez más deficiente
al frente de la alcaldía de Moscú.
Es la primera vez que un alto funcionario del Kremlin lanza a Luzhkov –cuya esposa, Yelena Baturina, llegó a ser la empresaria más rica de Rusia y, en los últimos 12 meses, tuvo que malvender gran parte de su emporio, incluido el consorcio Inteko– una acusación tan grave, si bien sus adversarios siempre habían denunciado el amoral enriquecimiento del matrimonio.
La imputación de Naryshkin se produce poco después de que la procuraduría federal citó a Luzhkov, el próximo 10 de noviembre, para declarar como testigo, por el momento, en la investigación que se lleva a cabo contra Andrei Borodin, antiguo presidente del Banco de Moscú que se refugió en Gran Bretaña.
La procuraduría cree que Luzhkov puede explicar por qué la alcaldía destinó en 2009 el equivalente de casi 500 millones de dólares para ampliar su participación accionaria en el Banco de Moscú, el cual no tardó en conceder un préstamo de 425 millones de dólares a una empresa fantasma y, sobre todo, cómo llegó ese dinero a las cuentas de Baturina.
El presidente de Rusia, Dimitri Medvediev, también ordenó ayer investigar a los responsables de ceder a Baturina la propiedad de unos terrenos federales que iban a ser utilizados para construir embajadas de otros países.
No falta quien considera que estas medidas son la respuesta del Kremlin a la nueva arremetida de Luzhkov contra Medvediev durante una entrevista con la emisora Radio Svoboda, el 20 de octubre, en la cual dijo –entre otras duras frases– que el mandatario demostró su incapacidad de resolver los problemas del país
.
Para Luzhkov, en el supuesto de que el ahora primer ministro Vladimir Putin gane las elecciones presidenciales de marzo de 2012 y, consumado el enroque, Medvediev sea primer ministro, es claro que su balance al frente del gobierno ruso será tan dramáticamente negativo como el de su actual presidencia
.
No contento con ello, Luzhkov volvió a la carga cuatro días después durante una entrevista a Dozhd, el canal de TV por cable, en la que señaló que su destitución como alcalde obedeció al deseo de tener vía libre para continuar saqueando Rusia
.
Esa gente –afirmó Luzhkov, quien no dio nombres– se ha apropiado de cuanto ha podido en el país y, para ellos, Moscú era el objeto más codiciado. No fue difícil que Medvediev aprovechara la ocasión para poner fin a la insatisfacción política que sentía respecto del alcalde
.
Sin embargo, tampoco debe excluirse que Luzhkov haya sido advertido por alguna voz amiga que iba a ser llamado por la procuraduría a declarar como testigo y decidiera, después de casi un año de silencio pactado, comenzar su ofensiva de ataques verbales en los medios.
En todo caso, venga o no a Rusia para declarar en la investigación contra Andrei Boronin, Luzhkov ya está dando a entender que el Kremlin lo persigue por sus declaraciones a la prensa, esto es, por motivos políticos.