Desde su aparición, hace 146 años, la pequeña de vestido azul ha sido musa de artistas
La galería Tate de Liverpool celebra el cuento con una exhibición de obras inspiradas en él, que muestran la gran transformación de la niña aburrida
Encendió la imaginación de pintores, cineastas y músicos, como Tim Burton, Salvador Dalí, Tom Waits y el Royal Ballet
Lunes 7 de noviembre de 2011, p. 8
Liverpool. Mucho antes de que los portalápices de Harry Potter y las loncheras de Crepúsculo se volvieran de rigor, Charles Dogson, alias Lewis Carroll, vio el potencial de mercado de su muy amada creación literaria. Unos años después de la publicación de Alicia en el país de las maravillas, en 1865, escribió a Alice Lidell, a quien había regalado el cuento como presente de Navidad, para pedirle prestado el manuscrito. Predijo, con razón, que los facsímiles de su original tendrían valor comercial. También diseñó un álbum para sellos postales decorado con las ilustraciones de John Tenniel, aprobó moldes de galletas con el tema de A través del espejo y observó con placer el florecimiento de una industria de juegos de mesa, muñecas y linternas mágicas.
Una selección de estos recuerdos forma parte de una nueva exhibición en la galería Tate Liverpool, que celebra la larga y variada historia de Alicia en el país de las maravillas. En los 146 años transcurridos desde su aparición, Alicia ha crecido de niñita curiosa a musa de artistas, que ha inspirado a Salvador Dalí, Peter Blake y Fiona Banner, entre otros. Sin embargo, sin la visión de Dogson tal vez no habría logrado una influencia tan perdurable.
Dogson fue uno de los primeros en participar activamente en la comercialización y en la forma en que las personas recibían sus libros
, señala Eleanor Clayton, curadora asistente en la Tate Liverpool. Se involucraba mucho y hasta fases muy avanzadas. Siempre tenía la mira en el mercado y en cómo lograr mayor progreso
.
De Disney al Royal Ballet
En 1876, Dogson supervisó una versión musical del cuento, que se volvió un éxito en el West End de Londres, y tan parte de la Navidad como El cascanueces. En 1903, cinco años después de su muerte, las aventuras de Alicia se transformaron en una película de 12 minutos, la más larga producida hasta entonces en Gran Bretaña. De ese tiempo en adelante, la chica que se aburría en la ribera ha encendido la imaginación de todos, desde Walt Disney hasta Tom Waits y, en fecha más reciente, Tim Burton y el Royal Ballet.
Dogson se habría fascinado.
Matemático de profesión, adoptaba la tecnología con entusiasmo. En 1856 compró su primera cámara; de hecho, mucho antes de ser conocido como Lewis Carroll, hizo fama como fotógrafo. Sus primeros temas fueron los parques de Oxford, sus amigos y los hijos de éstos, a quienes captaba en escenas de ensueño, como de tienda de disfraces. En 1857 trabó amistad con los pintores prerrafaelitas: Dante Gabriel Rossetti, William Morris y Edward Burne-Jones. John Millais y William Holman Hunt le encargaron fotografiarlos. Para cuando Dogson murió, en 1898, había creado más de 3 mil obras, algunas de las cuales se exhibirán en Liverpool.
Para su creador, la apariencia de Alicia tenía tanta importancia como sus palabras y acciones. El manuscrito de las Aventuras de Alicia bajo tierra, de 1864, contenía ilustraciones del propio Dogson, entre ellas una del personaje con un vestido de mangas de globo y una mano en la barbilla en la primera página. Cuando preparaba la publicación de Alicia, en 1865, Dogson mostró sus bocetos a Tenniel, cartonista de Punch, y le dio instrucciones estrictas de cómo deberían interactuar las ilustraciones con el texto.
El Gato de Cheshire que desaparece y el cuento del ratón
, que se desenrolla en forma de cola, fueron ideas suyas. Tenniel ideó la apariencia de Alicia: el largo cabello, el vestido de falda larga con mandil y los zapatos de correa. Sin embargo, el libro de Carroll no fue el debut del personaje. “Hay una portada que Tenniel hizo para Punch en 1864, antes de la publicación de los libros, y allí se ve a Alicia, sentada a la izquierda del león, en una escena grupal”, señala Clayton.
En el texto hay muy pocas descripciones detalladas de Alicia, lo que ha facilitado la reinterpretación de los artistas visuales. “Las personas le adscriben las características de su tiempo –comenta Clayton–. La Alicia de Tenniel parece una jovencita del siglo XIX, casi más madura de lo que uno imaginaría. La de la década de 1950 es más infantil, porque el papel de los niños ha cambiado. Luego la Alicia de nuestra generación, de la película de Tim Burton, es más feminista e independiente en sentimientos. Es difícil saber cuál es la definitiva”.
La primera obra de arte conocida de Alicia en el país de las maravillas es la pintura de George Dunlop Leslie de una chica con vestido azul y mandil blanco que escucha un cuento, la cual se mostró en la Real Academia Británica en 1879. En el siglo XX, André Breton y Paul Eluard estaban tan cautivados con el País de las Maravillas que lo incluyeron en su Diccionario del surrealismo; Alicia era un símbolo aprobado por el grupo. Magritte le puso su nombre a la pintura de un árbol con rostro humano, Max Ernst la pintó una y otra vez, y Salvador Dalí dedicó una serie de pinturas a la niña de largo cabello y con una cuerda de saltar.
Sicodelia, alucinógenos y porno
En la década de 1960 se dio nuevo impulso a Alicia y sus aventuras de expansión mental. Sin título: Alicia cayendo, de John Wesley, muestra una hilera de chicas en minivestidos azules flotando sobre un conejo blanco gigante. Perseguir al conejo blanco
era una expresión en slang que quería decir tomar LSD. En 1968, Yayoi Kusama montó un happening de Alicia en el país de las maravillas en el Central Park de Nueva York, en el que amigos suyos desnudos marchaban al compás de: “Alicia fue la abuela de los hippies. Cuando andaba baja de pila, fue la primera en tomar píldoras para elevarse”. Adrian Piper y Peter Blake reimaginaron episodios del libro –el hoyo del conejo, la oruga fumadora, el gato alucinógeno– en colores sicodélicos, y Sigmar Polke trazó los dibujos de Tenniel sobre nuevos fondos de vértigo.
Alicia continúa desarrollándose. Las instantáneas a pleno sol de Anna Gaskell, de 1996, bordan los temas de juventud y madurez femenina del libro; la controvertida Arsewoman in Wonderland, de Fiona Banner, de 2002, postulada al premio Turner, mezcla el texto de Carroll con la transcripción de un filme pornográfico. El video A través del espejo, de Douglas Gordon, crea una desorientadora cámara de espejo con una escena de Taxi Driver proyectada frente a sí misma en dos pantallas. De Tennier a Travis Bickle: difícilmente se puede imaginar a Harry y Hermione teniendo una vida artística tan rica y perdurable.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya