Sábado 12 de noviembre de 2011, p. a16
Entre la nueva generación de grandes jazzistas jóvenes, encabezada por la contrabajista/compositora estadunidense Esperanza Spalding (27 años), figura la pianista/compositora japonesa Hiromi Uehara (32 años), de quien llega ahora su nueva grabación discográfica, titulada Voices.
Explica: la verdadera voz de las personas es la que expresan a través de sus emociones. Es la voz del corazón. Es esa voz la que suena en toda música instrumental, como la de este disco, por eso lo titulé así
.
En el poderoso formato trío, convertido aquí en trabuco debido a la potencia de sus integrantes: Hiromi al piano; Anthony Jackson en el bajo de seis cuerdas, colaborador de instituciones como Judas Priest, Toto, David Gilmour y The Who; Simon Phillips en la batería, cómplice de Michel Camilo y, entre otros, Chick Corea.
Y ya que dijimos Chick Corea, recordemos el hermoso disco titulado simplemente Duet, con un colibrí libando bella flor en la portada. Además, es evidente la influencia de Corea en el toque pianístico, tan personal como único, de la Uehara, quien también recoge lecciones de Thelonious Monk e imprime un exquisito toque funk a su nuevo disco, que nos ocupa.
La fuerza decisiva en los ataques sobre el teclado, la seguridad en la respiración de sus frases, la fluidez de su discurso sonoro y su imaginación tan libre, tan en vuelo, hacen de esta joven pianista japonesa una estrella.
Lo más importante en ella es el uso de la energía. Por igual expresa motivos expresionistas abriendo el track 2 con un mohín en el más puro estilo Debussy, que hace estallar el Fujiyama en los momentos de clímax. Magma y esmegma. Cielo azul, nieve blanca: iridiscencia que desciende desde la boca gimiente del volcán, que impreca al cielo.
La manera de hacer música de esta joven japonesa trae a colación el uso impresionante de energía que conducen otros músicos orientales notables cuando emprenden música nacida en occidente. Citemos dos ejemplos conocidos en México: el estilo puro, ancestral chino del maestro Zuohuang Chen, antiguo titular de la OFUNAM, y el excelso pianista coreano Kun Woo Paik, quien hace unos días sembró impronta en Bellas Artes con un recital Liszt de antología.
Como en todo buen trío, el desempeño de bajista y baterista está al mismo nivel que la pianista. Cada uno aporta el componente necesario y suficiente para rendir excelencia en el resultado final.
Podríamos entablar reticencia en los tracks 4 y 5, cuyas células motívicas están preñadas de algo así como los sustitutos del azúcar para el café o el té. No incurre sin embargo en edulcoramiento extremo. Además, seguramente estos temas tan pegajositos sean los que más gusten.
El Disquero se queda con la pieza inicial, que da título al disco entero: Voice y con la final: un tour de force de alcances epopéyicos: una larga improvisación en blues a partir del tema principal de la Sonata Ocho de Beethoven, conocida como La Patética, convertida, de manera magistral, en un sublime blues.
Lo que suena entonces en el track final es blues en estado puro, jazz decantado por alquimia. Es blues. Es jazz. Es Bee-thoven. Es música. Es su corazón que canta.