Cayeron en Tláhuac; nadie sobrevivió, se oyó en Gobernación poco después de las 11 horas
Esta vez, el convoy de Cronos
arribó vacío a Bucareli
¡De nuevo de luto, no puede ser!
Sábado 12 de noviembre de 2011, p. 7
Después del mediodía, las rejas de Abraham González Número 48 se abrieron para dar paso al convoy de Cronos
, clave del 1 de Gobernación
.
Aunque esta vez no hubo órdenes intempestivas para el repliegue de peatones en el Palacio de Cobián: nadie hizo valla a la camioneta blanca y las dos Suburban azul marino desde donde, invariablemente, tras el vidrio polarizado, volteaba Francisco Blake Mora.
Esta vez, los elementos del Estado Mayor Presidencial que integran la guardia del funcionario, ingresaron cabizbajos, sólo para guardar los vehículos en el sótano de la dependencia, donde ayer la incredulidad fue pesar, como hace tres años, cuando se conocieron las primeras versiones del desplome del Learjet 45 en que viajaba el entonces titular de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.
Ayer, la agenda de Blake, como solía ocurrir en la víspera del fin de semana, estaba relativamente tranquila, al menos en lo que toca al trabajo de oficina; de hecho, en las actividades del responsable de la política interna sólo aparecía una gira matutina a Morelos.
A las 10 y media de la mañana, su equipo de Comunicación Social daba cuenta del único acto público de su jefe en la Asamblea de la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia. A esa hora, sólo se sabía que el acto está demorado
. Posiblemente, como ocurría de vez en vez, la tardanza de Blake obedecía a una encerrona en Los Pinos o quizá a las inclemencias del tránsito citadino.
Minutos después se difundió la primera noticia. No localizan el helicóptero del secretario
.
Pasadas las 11 de la mañana, en el patio de Gobernación no había ningún movimiento inusual, aunque pronto se vio a algunos funcionarios correr de un lado a otro; empleados de la Subsecretaría de Gobierno permanecían en el pasillo central, conocido como las caballerizas
, cruzando datos a través de su celular hasta que, de pronto, uno de ellos pidió silencio; despegó un momento el teléfono para enterar a sus compañeros: Cayeron cerca de Santa Catarina, en Tláhuac. Nadie sobrevivió
.
Mientras, otros iban apresurados hacia la entrada del despacho de Blake, y a poco se congregaban en el Palacio de Cobián.
Algunos de los colaboradores más cercanos del secretario bajaban de sus vehículos con las manos en el rostro para abrazar a otros que vestían pantalones de mezclilla, suéteres... señal de que esperaban un viernes relajado.
También había hondo pesar en la gente cercana al subsecretario Felipe Zamora y al director de Comunicación Social, José Alfredo García, el segundo vocero de Gobernación que muere trágicamente. Funcionarios y empleados operativos salían de las oficinas, conmovidos, llorando, incrédulos, afectados.
Hasta el fondo del inmueble, donde está la oficina que ocupaba Zamora, fueron la doctora y los paramédicos para auxiliar a un empleado que se desmayó por el impacto de la mala noticia
.
Aquella era una escena ya vivida por quienes estaban en Gobernación el 4 de noviembre de 2008, la noche en que el rumor se convirtió en verdad en un par de horas, para confirmar la muerte de Mouriño e integrantes de su equipo más cercano. Exactamente lo mismo ocurrió ayer. En 2008, nueve muertos; esta vez, ocho.
Otra vez la desgracia llegó al responsable de la política interna: el ir y venir de gente pegada al celular; empleados y funcionarios bajando apresurados por las escalinatas que conectan el patio con las oficinas centrales; otros, abrazándose y, desde los escritorios, llamando a sus casas para que les trajeran, de urgencia, ropa negra.
Gobernación de luto. ¡Otra vez, carajo! ¡No, no puedo creer que estemos en esto de nuevo!
, lamentaba una funcionaria de la Oficialía Mayor, la misma que hace tres años, con el rostro desencajado y entre lágrimas, confirmaba la desgracia.
Ya vivido
Luego de que la vocera de la Presidencia, Alejandra Sota, confirmó la muerte de Blake y de sus acompañantes, los funcionarios de esta amplia dependencia se reunieron con urgencia, procedentes de otros edificios, direcciones, organismos descentralizados, comisiones, unidades, oficinas centrales, institutos... Alguien debía tomar el timón.
Se vio llegar también al comisionado de Migración, Salvador Beltrán del Río; al ex secretario particular de Mouriño, Abraham Cherem, y al titular de la reforma de justicia en materia penal, Felipe Borrego, entre algunos otros.
El reglamento interno de Gobernación prevé que ante la ausencia
del titular, asume temporalmente la responsabilidad el subsecretario de Gobierno, en este caso Juan Marcos Gutiérrez, quien en los momentos críticos también estaba fuera de la ciudad, al parecer en Michoacán.
El artículo 101 de esa normatividad indica que el secretario será suplido en sus ausencias por el subsecretario de Gobierno; de Enlace Legislativo; Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos; Población, Migración y Asuntos Religioso, y Normatividad de Medios, en el orden mencionado, o por el Oficial Mayor, en la ausencia de éstos
.
La regla estaba clara, sólo que en el transcurso de la mañana Gutiérrez, quien coordinaba el protocolo de seguridad y los incidentes en la víspera de la jornada electoral en aquella entidad, no se hallaba en Bucareli.
Ante este día de ausencias, los directores de diversas áreas y dos subsecretarios presentes dispusieron qué hacer en lo inmediato en este cuarto enroque forzoso del titular.
En principio no había claridad en la toma de decisiones; algunos comentaban que sí se debía poner a media asta la enorme bandera del patio central, y otros indicaban que lo primero que se hizo cuando lo de Mouriño
fue la colocación de los moños negros.
Hacia el final, en la tarde del duelo, el estacionamiento subterráneo y el área de las caballerizas
se fueron llenando, pero en el espacio asignado al 1 de Gobernación
ya no hizo falta la custodia, ni sobresaltos ni vallas. De la gira de ayer, Cronos
ya no volvió.